viernes, 14 de noviembre de 2008

Don Francisco de Goya y Lucientes

A don Rafael Córdova Rivera



Autorretrato, 1800

Torredetodos, Zaragoza, 1746; Burdeos, Francia, 1828

Grabador insigne, retratista de carácter e historiador expresivo, cuando no taurómaco inveterado.

Tengo a la vista sus aguafuertes o aguatintas de Los caprichos. La de Goya era una forma de ver para dejar testimonio a la manera del mejor corresponsal, no únicamente del toreo en todas sus fases de arte consumado, también el del muy singular de la violencia que imprime el toro en su acometida, siempre acosado por sus enemigos naturales, los hombres y los caballos.

No será por ello ajeno a la retina del aragonés que éstos yazcan despanzurrados y aquellos esparcidos mal heridos o ya despojos mortales. Tampoco el momento de la verdad que a su juicio debía hacer perpetua la muerte de algún toro o la de algún torero...

Con Goya, tiene lugar el deseo obligado de expresarse el movimiento de la lidia; salvando comparaciones encuéntrase en ese afán un símil en Edgard Degas con sus escenas de la academia de ballet. Para el impresionista parisino le era imprescindible describir en el caballete los desplazamientos de los cuerpos de baile.

¿Quién de los grabadores y pintores pudo haber captado el sentido de la tragedia con la fuerza de Goya? La fotografía, aún no desarrollada o en pleno desarrollo, era casi inexistente por entonces, menos en materia taurómaca; se dejaba únicamente a los apuntes y a la narración la descripción de los hechos y sus detalles. Goya, en este aspecto, con el pincel era insuperable.

El que vemos ilustra una escena interesante una tarde en Madrid, es la de José Delgado Guerra, Pepe-Illo, supuesto discípulo de Joaquín Rodríguez, Costillares y rival de Pedro Romero, a quien jamás pudo superar.

Aquél torero de corazón, intuición individual y libertad sin límites que Goya captó haciendo un recorte -parte del arte pictórico le daría el sepia, el resto el genio del autor- observemos entonces meticulosos y con algún detenimiento este grabado, uno de los 33 desechados por algún defecto, pero que marca un instante, tan solo uno que ha dejado historia.

Es una escena del primer tercio. Los varilargueros se mueven dentro de sus terrenos y parece que aguardasen desprevenidos: uno de ellos se muestra algo maltrecho, el otro va en pos de aquél. Los peones agolpan y miran expectantes; alguno pretende la atención de la bestia moviendo banderillas.



La sombra y el sol se marcan en el ruedo. No es empero un lleno el de aquella tarde matritense. Es el instante, decíamos, que Pepe-Illo hace un recorte o regate, es decir un movimiento pronto y rápido hurtando el cuerpo, para evitar la cogida. Los subalternos están prontos pero permanecen quietos por la velocidad de aquel recorte. El peón de brega envuelto en el capote observa el acontecimiento. El matador montera en mano y la pañosa recogida se mueve con elegancia, el toro va volviéndose…


Pero en la escena que sigue hay drama al por mayor: Pepe-Illo ha sido cogido y ahora aparece zarandeado por el toro, colgado del cuerno derecho y boca abajo tomado por la taleguilla. Un picador acude a caballo y otro a pie acomete por detrás. Es clara la angustia de los subalternos e inútil el peón de confianza que se apura mostrando el capote desde atrás, en su afán de quitarle al toro su valiosa presa.

La suerte de Pepe-Illo está echada y la triste escena permanecerá por siempre para testimonio de los aficionados de aquella tragedia que tuvo lugar el 11 de mayo de 1801; cuando entró a matar al séptimo toro, Barbudo, éste le derribó y enganchó en el suelo con el pitón derecho [...] por el cañón izquierdo de los calzones y le tiró por encima de la espaldilla al suelo, cayendo boca arriba. El toro le acometió de nuevo, levantándole y campaneándole, todo con el mismo cuerno, y así, en distintas posiciones, le tuvo más de un minuto [...], diría más tarde un patético testigo.

Algunos han asegurado que Goya estuvo presente en aquella tragedia, pero no es seguro que lo hubiera estado. Bastó la descripción por confiada pluma para que sus pinceles, colores y buríl mostraran en su magnitud estas escenas.

Cómo olvidar la iconografía de la familia real y el de la sociedad y nobleza de su época, tiempos de derrotas y victorias; de cambios políticos y trascendente vida.

Tampoco las de sus escenas de la Guerra de la Independencia. La de aquellos fusilamientos del 2 de mayo de 1808 y al pueblo de Madrid acorralando a los odiados gabachos y sus aliados los mamelucos africanos.

Pero no es únicamente el pintor sensual de La maja desnuda lo que convoca e invita a contemplar, lo es, además, el haber pintado la clara belleza de algunas mujeres de su romántico tiempo.

Uno de los retratos que merece destacar por la expresión de su dueña es la de doña Isabel Lobo Velasco de Porcel; dama vestida de maja, lleva el cabello blondo y la tez de aquella blancura de la mujer ibérica que denota en su mirar y altivez la galanura tan española que don Francisco supo expresar con magistral destreza.

Aquí se la muestra en dos momentos para significar la especial pupila del artista que tuvo el compromiso de trasladar a la impronta del retrato la serena belleza de la dama de Porcel, puesta en su imaginación, esta vez menos rubia, los labios y ojos de otro matiz y al claroscuro.

Por algo Goya es cabeza pictórica del romanticismo y también expresión notable de esa dicotomía humana que todos poseemos de una u otra forma.

Me refiero con ello a sus Pinturas negras, dantesca muestra de algo más de una docena de cuadros de mano propia con las que decoró, por así decirlo, la pared de su casa de campo, la Quinta del sordo.

No es nuestro deseo abundar en la vida y obra de don Francisco de Goya y Lucientes, pues mucho y preciado de su biografía la escribieron expertos y poetas con mayor sentimiento. Resulta sí imposible pasar por alto las pinturas y grabados dejados para la posteridad con escenas de la lidia; en ellos he querido ver el esfuerzo que expresan los riesgos del arte de Cúchares; los testimonios gráficos de la convulsa independencia peleada con singular brutalidad; y los retratos imperecederos de personajes de la historia tomados del natural con fuerza y elevación de ánimo, con firmeza, con energía.

Moratín, el escritor y amigo del grabador, le contó a otro: [...] Goya dice que en su tiempo fue torero y que con el estoque en la mano no tiene miedo a nadie; y eso que dentro de dos meses cumplirá ochenta años [..]

Goya falleció en Burdeos, Francia, a la provecta edad de ochenta y dos años.


Cuadro Nº 33 Desastres de la guerra

Saturno devorando a sus hijos

Fuentes:

La Fiesta Nacional. Libro de oro de la tauromaquia. Barcelona MCMLI

Wilkipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Goya

La Tauromaquia
:
http://goya.unizar.es/INFOGOYA/OBRA/TauromaquiaIcn.html

Grabados: Internet

martes, 10 de junio de 2008

La primera lanza de Colombia




Operaciones militares de la guerra con la Gran Colombia (1828-1829)

El llanero grancolombiano José María Camacaro desafía al peruano que se atreviera a tomarle el reto de duelo a lanza en Portete de Tarqui (Cuenca, Ecuador, 27 febrero 1829)

(…) de esa forma, agrega el oficial de caballería grancolombiano que llegó al campo peruano con bandera de parlamento, si el contendiente peruano resulta vencedor las tropas colombianas, que son en mayoría, dejarán a las peruanas la retirada y podrá evitarse la derrota que de seguro sobrevendrá sino no se acepta el ofrecimiento que hace mi comandante Camacaro, la primera lanza de Colombia, de batirse a caballo y lanza con quien se atreva a aceptar este reto (…)

Los llaneros del Apure

Eran los días cuando el gobernador español Domingo de Monteverde se enfrentaba a las tropas de Simón Bolívar, que el criollo y realista José Tomás Boves, en la llamada guerra a muerte, feroz enemigo de los independentistas grancolombianos, tenía reclutados a los peones de las estancias ganaderas de las sabanas a orillas del Apure, en la jurisdicción de San Fernando del Apure, gran río tributario del caudaloso Orinoco, en la actual Venezuela.

Con ellos las victorias sangrientas y sin cuartel se sucedían. La independencia debería esperar hasta la batalla de Carabobo en 1820. Aquel día los llaneros de José Antonio Páez darían cuenta de su ferocidad dentro de las tropas realistas.

Desde las épocas más remotas los españoles habían confiado la crianza de sus preciados bovinos que pacían de los grandes espacios de la cálida llanura a estos habilísimos jinetes vestidos con el blanco liqui-liqui que su nombre proviene del francés liquette que así llamaban en Francia a una guerrera inspirada en la casaca inglesa y que llegó a Venezuela de las manos de unos viajeros caribeños.

Este atuendo es el traje típico nacional venezolano, como que lo habían heredado de los grancolombianos. No olvidar que Ecuador, Colombia y Venezuela vienen a tomar esas denominaciones recién en 1830 después de la revolución de José Antonio Páez, levantado contra Bolívar, cuando se subdivide la Gran Colombia.

Usado por los llaneros gracias a su frescura y duración consiste en un traje completo, generalmente elaborado con lino o dril valenciano, de color claro, beige o blanco, con pantalón y la camisa holgada de cuello redondo que se mantiene cerrada con una yunta o mancuerna. Cuatro bolsillos dispuestos simétricamente completan el conjunto que le da al llanero una discreta elegancia.

Un sombrero de cogollo o de pelo’e guama, identifican al criollo que viste de fresco liqui-liqui con el que mitiga la inclemencia de las llanuras venezolanas.

Jinetes de hermosos caballos de origen andaluz, expertos desde la más tierna infancia en los secretos de la doma y la ganadería no requerían de botas pues confiaban en sus pies descalzos donde una costra poderosa suplía a la mejor suela y desdeñaban las cómodas monturas para realizar su cotidiana faena. Sus largas perchas, garrochas, picas o lanzas, eran su herramienta, con ella azuzaban a las reses la obediencia y el arreo, con ellas estos centauros también zanjaban sus diferencias y acudían al combate.

La guerra los había reclutado de ambos bandos. Pero sin duda, eran el general José Antonio Páez, vencedor de Carabobo y José María Camacaro lo mejor en asuntos de lanza y caballo.

Simón Bolívar Palacios

Con las victorias de Junín y Ayacucho el ex Perú colonial pasaba ahora a confrontar las consecuencias de su independencia. La ocupación del Perú, en su mayoría, de las tropas grancolombianas y la directa ingerencia del Libertador en los destinos y determinación territoriales, premunido para esto de poderes suficientes del Congreso nacional, acarreaban problemas.

No se lograba, de un lado, con el escaso –por no decir ningún erario nacional- partida alguna que no fuese la proveniente de empréstitos para solventar el cuantioso mantenimiento de tropas y bestias y, de otro, los asuntos de gobierno no armonizaban entre quienes asumieron el mandato a la salida del Perú del Protector don José de San Martín, con los del Libertador grancolombiano.

La tirantez entre Riva Agüero y Bolívar iba en aumento. El célebre general caraqueño no las tenía todas consigo, su epistolario de aquella época así lo muestra. Además, sumamos lo dicho a las intrigas de quienes habían quedado al mando de Colombia, fueron finalmente estos los motivos principales de la salida de Bolívar del Perú.

Antes, el gobierno peruano votó el pago de una cuantiosa suma en moneda de oro para gratificar los exitosos esfuerzos del encumbrado jefe, de sus comandantes y tropa en general. Asumía entonces el Perú una deuda pactada con la colonia británica que habría de honrarla con dificultad y mucho apremio.

No había gustado a la clase conservadora peruana, la directa decisión de Bolívar, comunicada al mariscal Antonio José de Sucre y Alcalá, a la sazón en el Alto Perú, para que haciendo eco de los movimientos separatistas seccionara el sur peruano con el nombre de República de Bolívar. De esta forma nuestros viejos límites con Chile por la orilla del Paposo o Salado se retraían a las orillas del Loa dando paso de esta mutilante forma a la provincia litoral de Atacama jurisdicción de la naciente república del Ande.

Tampoco su directa intervención para que Guayaquil, que había sido peruana siguiera siéndolo, al igual que Jaén y Maynas. Es decir, las escisiones territoriales no cuadraban, como era natural, a ningún peruano.

Molesto por estas circunstancias y dado el hecho que La Mar, Presidente del Perú había organizado dos ejércitos, el uno para marchar al sur y recuperar el Alto Perú a cargo del general Gamarra y el otro, a las órdenes del general Necochea, partiera al norte para asegurar o evitar la segregación anunciada del territorio nacional, Bolívar optó por la declaratoria de guerra, en julio de 1828.

La Mar, al frente de las tropas, se encaminó entonces con dirección al Ecuador, departamento de Colombia. El 28 de noviembre de 1828 penetró y ocupó Loja y todo el departamento de Azuay; posteriormente también Guayaquil, puerto que fue evacuado por el general colombiano Juan Illingworth a la espera de refuerzos.

Antonio José de Sucre, el mariscal de Ayacucho, entonces de vuelta a Quito tras renunciar a la presidencia de Bolivia, obligado por Santa Cruz, se unió al general Juan José Flores, gobernador del departamento del Ecuador, concentró el ejército del sur de Colombia cerca de Cuenca para presionar a las tropas peruanas, que el 10 de febrero de 1829 la habían ocupado. Dígase de paso que el mariscal La Mar era natural de Cuenca y se sentía peruano sin la menor duda.

Batalla del Portete de Tarqui

El 27 de febrero de 1829 en el llamado Portete de Tarqui, a pocos kilómetros de Cuenca, tropas de la Gran Colombia, comandadas por Antonio José de Sucre y Juan José Flores enfrentan a las peruanas de José de La Mar, presidente del Perú en campaña.

La mañana del día 27 y después de una larga marcha que duró toda la noche anterior, el mariscal Sucre consiguió situar la 1ra División colombiana de 1600 hombres compuesta por tres batallones y un escuadrón al norte de la llanura de Tarqui en posición ventajosa, mientras esperaba la llegada de la segunda división.

Mientras tanto, en cumplimiento de las órdenes de La Mar, la vanguardia peruana del general Plaza fuerte de 900 infantes avanzaba sobre el portete.

La batalla dio inicio cuando la avanzada peruana de reconocimiento del capitán Uria tropezó con la grancolombiana del capitán Piedrahita; trabase entonces un sangriento combate que comprometió al batallón Cedeño, comandado por el célebre y temido lancero, José María Camacaro y al resto de la División peruana de Plaza. El desorden inicial de la batalla y la falta de visibilidad hizo que estos batallones se enfrentaran entre ellos.

El general Juan José Flores, por su lado, consiguió penetrar los bosques que le separaban del enemigo y organizar un ataque conjunto de los diversos batallones.

Superado en número y con las municiones agotadas el general Plaza ordenó el repliegue en busca del grueso del ejército peruano y encargó proteger la retirada al coronel Quiroz quien fue de inmediato acosado por la infantería y caballería grancolombianas.

Cuando a las 7 de la mañana el resto del ejercito peruano de La Mar arribó al campo ya la división de Plaza había sido batida y el enemigo ocupaba su posición. El batallón Pichincha que protegía el flanco de La Mar fue obligado a retirarse no sin sufrir fuertes perdidas mientras que los dispersos de la división Plaza impidieron que el comandante Salaverry se posicionara en el desfiladero.

Viendo que el Portete de Tarqui ya había sido tomado por el ejercito grancolombiano La Mar dispuso la retirada del ejercito hacia Girón, posición un tanto a la retaguardia. Entonces la caballería grancolombiana del coronel O'Leary intentó cortar la retirada de la infantería peruana, en vista de ello el general argentino Mariano Necochea al frente de los Húsares de Junín comandó una carga de caballería que consiguió desbaratar a la caballería contraria y detener el avance de su infantería protegiendo de tal manera la retirada de la división peruana.

La historia ha recogido en este momento el celebre duelo a lanza del coronel peruano Domingo Nieto, jefe del primer escuadrón de los Húsares de Junín con su valiente retador comandante Camacaro que mandaba al escuadrón Cedeño.

Duelo a lanza, Camacaro - Nieto

Escuchado el parlamento colombiano, según el exordio con que empezamos este artículo, el coronel Nieto aceptó el desafío confiado que las condiciones eran caballerosas y de esta forma podría evitarse derramar más sangre y una retirada sin mayores consecuencias.

Se hizo la liza en el propio campo; los lanceros de los llanos vivan de anticipado el triunfo de la primera lanza de Colombia, pues bastante muestra de ello había ofrecido Camacaro con los numerosos españoles que había dejado muertos en todas las batallas, asunto que lo hizo famoso y temido por lo certero de su lanza:

Las tropas contendientes espectaron con subido interés las evoluciones de aquellos caballeros que afianzando sus cabalgaduras y con sus lanzas en ristre se acometieron al galope.

El choque fue contundente, para sorpresa de los más que hicieron sepulcral silencio, Camacaro fue atravesado y levantado en vilo de su silla por la diestra lanza de Domingo Nieto quien de esta forma puso fin a los días del invicto llanero de la sabana. Las condiciones pactadas no se cumplieron y los colombianos con furor vengativo atacaron en masa.

Necochea cargó entonces con sus Húsares de Junín.

El grueso del ejercito grancolombiano consideró prudente conservar su posición mientras que el peruano logró replegarse en orden y formar sus divisiones en la llanura.

Las bajas del Portete de Tarqui fueron considerables para el ejercito peruano que dejó 1000 hombres entre muertos y heridos y 300 prisioneros mientras que el grancolombiano confesó 400 bajas en combate, a los que hay que agregar 600 reclutas desertores.

Firmado el Tratado de Girón, La Mar aceptó las condiciones de Sucre. Las fuerzas peruanas se habrían de retirar del departamento de Azuay y abandonar todas las plazas ocupadas. Si bien las fuerzas derrotadas se retiraron, La Mar se negó a entregar Guayaquil y se preparó para iniciar una nueva ofensiva.

Durante cinco meses la guerra se estabilizó pues la armada peruana aún continuaba dueña del mar y bloqueando el principal puerto a orillas del Guayas; el ejército grancolombiano no se hallaba en condiciones de intentar rescatarlo. Finalmente el mismo Bolívar se había desplazado hacia el sur para dirigir la campaña y recuperar Guayaquil.

La guerra acabó con un inesperado golpe de estado en Lima que encabezó el general Agustín Gamarra que de esta forma derrocó al gran mariscal José de La Mar Cortázar y lo deportó, innecesariamente, a Costa Rica donde algún tiempo después murió. El nuevo gobierno de Gamarra cesó las hostilidades y entregó Guayaquil el 20 de julio.

El 22 de septiembre de 1829 se firmó un tratado de paz en Guayaquil y se preparó una comisión mixta para fijar definitivamente los límites entre ambos países.

No obstante la disolución de la Gran Colombia pocos meses después dejó unas conclusiones poco claras, en gran parte por un desacuerdo sobre la cédula real de 1802, que señalaba los obispados de Maynas y Quijos como parte del virreinato de Lima, en lugar de la Real Audiencia de Quito, donde habían pertenecido hasta entonces.

Este fue el origen del largo conflicto fronterizo entre Ecuador y el Perú.



Domingo Nieto y Márquez, prominente hombre de la caballería peruana, había nacido en el puerto de Ilo, Moquegua, el 15 de agosto de 1803. Descendía de los condes de Alastaya. Fue presidente provisorio de la república de 1843 a 1844; falleció en el Cusco, el 27 de febrero de 1844; recibió en vida el seudónimo de El Quijote de la Ley.

El Regimiento de Escolta Mariscal Nieto fue la escolta presidencial hasta el primer gobierno del actual mandatario del Perú quien, relegándolo, lo entregó a los Húsares de Junín, encargados ahora de esos honores.


Fuentes

Historia Militar del Perú. Tomo II. Carlos Dellepiane. Teniente coronel de caballería. Lima, 1931

Historia de la República del Perú. Octava edición Jorge Basadre

Formación de la República. Reynaldo Moya Espinoza.

Efigie de Domingo Nieto, de Wikipedia

Llaneros de la sabana
Internet

Presidentes del Perú
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viernes, 30 de mayo de 2008

El Toisón de Oro



Don José de Armendáriz

Don José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte


(1724-1736) Vigésimo octavo virrey del Perú

El gran collar que luce, el señor de Castelfuerte, es nada menos que el Toisón de Oro, una de las más antiguas preseas de España y posiblemente la más importante entre las europeas. Los reyes de España lo llevan. La orden de este nombre estaba instituida desde antiguo.



De la más fina joyería y valor intrínseco, también constituye preciado símbolo; lo son cada uno de sus hermosos y bien labrados eslabones. Lleva pendiente un cordero, fina representación del vellocino de oro, aquél sueño o quimera de Odiseo más conocido por Ulises, el legendario argonauta, héroe de Homero, vencedor de Troya, marido de la fiel Penélope, padre de Telémaco y dueño de Argos, el viejo y ciego can, único ser que lo reconoció a su vuelta a Itaca.


Había emprendido Ulises la búsqueda de aquel vellocino por el mundo de la antigüedad griega con notable suceso y cuya apasionante narración ha llegado a nuestros días.

No poca cosa podría acaecer para cualquier poseedor un cordero cuya lana de oro creciera conforme se la esquilmara… acaso fuera fiel símbolo del ideal español.
En España, las noticias de la insurrección en el Paraguay, que terminaría con la captura y ejecución en Lima de su líder don José de Antequera caló hondo en la corte y se dispuso que para virrey era necesario enviar a un militar, en reemplazo del prelado virrey que tenía el virreynato del Perú hasta entones, Fray Diego Morcillo, arzobispo de Charcas.

Este había de ser, el marqués de Castelfuerte, don José de Armendáriz, natural de Ribagorza, Navarra, el más notable militar que vino a América del Sur (Mendiburu) y el único entre los virreyes que fue Capitán General, actor, en su época de las más importantes campañas militares del reino. Condecorado por sus hechos de armas con la Cruz de Santiago.

Era el marqués de un temple y carácter notables.

Recibió su nombramiento para el virreinato del Perú, se embarcó para su destino el 31 de diciembre de 1723 y entró en Lima el 14 de mayo de 1724. Gobernó con mano firme hasta el 4 de enero de 1736 fecha que le sucedió el marqués de Villagarcía. A su paso por Panamá tomó severas acciones para desposeer a los ingleses de cualquier pretensión. Desarmó a un navío de aquella nacionalidad que potencialmente se le reputaba corsario. Nada de ingleses con él.

En este preciso punto conviene exponer que la nobleza española, en época de los habsburgos o austrias menores (dinastía que empezó en el S. XVI con Carlos I, quien pasó luego como emperador de Alemania, como Carlos V, hasta el desafortunado Carlos II, apodado el Hechizado, al finalizar el sXVIII que se prolongó con los borbones) en lo fundamental, estaba compuesta de la siguiente forma:

Los primos del rey
Los parientes del rey
Los grandes de España


A ninguna de ellas pertenecía, sin embargo, el marqués.

Bien, luego de esta parrafada de mito, leyenda e historia veamos de repaso la importancia que tuvo el citado representante de la corona en el virreinato del Perú y su dilatada jurisdicción civil, militar y eclesiástica:

Hechos notables:

• Fueron ejecutados en Lima el oidor de la Real Audiencia de Charcas don José de Antequera, y el alguacil Mayor de Asunción don Juan de Mena, lo que había de causar un sonado tumulto en la plaza mayor con los padres franciscanos que abogaban por el perdón del reo condenado a degüello, que el severo militar sofocó con el resultado, además de las ejecuciones anunciadas, de la desgraciada muerte de dos patrocinadores de las víctimas, ambos sacerdotes franciscanos.

• Se abren las dos portadas posteriores de la Catedral, que dan a la calle de Santa Apolonia, patrona de los sacamuelas, ergo dentistas de la época, de allí las tenazas que se muestran amenazantes hasta la fecha en el arco de esa puerta. San Cristóbal lo era la otra.

• Felipe V, después de los 11 años, 7 meses y 21 días de gobierno en el Perú le condecoró con el Toisón de Oro, a su retorno a España.

Las que siguen son las sabrosas notas tomadas de La tradición peruana, Pepe Bandos, de don Ricardo Palma Soriano, por José el nombre de pila del virrey y su profusa emisión de mandatos, órdenes y demás disposiciones que se publicaban en las esquinas de viva voz o en carteles.

D. José de Armendáriz, natural de Ribagorza en Navarra, marqués de Castelfuerte, comendador de Montizón y Chiclana en la orden de Santiago, comandante general del reino de Cerdeña, y ex virrey de Granada en España, reemplazó como virrey del Perú al arzobispo fray Diego Morcillo. Refieren que el mismo día en que tenían lugar las fiestas de la proclamación del hijo de Felipe V, fundador de la dinastía borbónica, una vieja dijo en el atrio de la catedral: «A este que hoy celebran en Lima le están haciendo el entierro en Madrid». El dicho de la vieja cundió rápidamente, y sin que acertemos a explicarnos el porqué, produjo mucha alarma. ¡Embelecos y novelerías populares! o positivo es que seis meses más tarde llegó un navío de Cádiz, confirmando que los funerales de Luis I se habían celebrado el mismo día en que fue proclamado en Lima. ¡Y dirán que no hay brujas!
• Como sucesos notables de la época de este virrey, apuntaremos el desplome de un cerro y una inundación en la provincia de Huaylas, catástrofe que ocasionó más de mil víctimas.
• Un aguacero tan copioso que arruinó la población de Paita.
• La aparición por primera vez del vómito prieto o fiebre amarilla (1730) en la costa del Perú, a bordo del navío que mandaba el general D. Domingo Justiniani.
• La ruina de Concepción de Chile, salvando milagrosamente el obispo Escandón, que después fue arzobispo de Lima.
• La institución llamada de las tres horas y que se ha generalizado ya en el orbe católico.
• La llegada a Lima en 1738 de ejemplares del primer Diccionario de la Academia Española. (Anoto aquí, de colada, que las primeras reglas de ortografía compiladas en el Diccionario de Autoridades se publicaron en 1879)

• La víspera de la ejecución de Antequera y de su alguacil mayor don Juan de Mena hizo publicar su excelencia un bando terrorífico, imponiendo pena de muerte a los que intentasen detener en su camino a la justicia humana. Los más notables personajes de Lima y las comunidades religiosas habían estérilmente intercedido por Antequera. Nuestro virrey era duro de cocer.
• A las diez de la mañana del 8 de julio de 1731, Antequera sobre una mula negra y escoltado por cien soldados de caballería penetró en la plaza Mayor. Hallábase cerca del patíbulo cuando un fraile exclamó: «¡Perdón!», grito que fue repetido por el pueblo. -¿Perdón dijiste? Pues habrá la de Dios es Cristo. Mi bando es bando y no papel de Cataluña que se vende en el estanco -pensó el de Castelfuerte-. ¡Santiago y cierra España! La infantería hizo fuego en todas direcciones. El mismo virrey, con un piquete de caballería, dio una vigorosa carga por la calle del Arzobispo, sin parar mientes en el guardián y comunidad de franciscanos que por ella venían. El pueblo se defendió lanzando sobre la tropa lágrimas de San Pedro, vulgo piedras. Hubo frailes muertos, muchachos ahogados, mujeres con soponcio, populacho aporreado, perros despanzurrados y, en fin, todos los accidentes fatales anexos a desbarajuste tal. Pero el bando fue bando. ¡O somos o no somos! Siga su curso la procesión, y vamos con otros bandos.
• Los frailes agustinos se dividieron en dos partidos para la elección de prior. El primer día de capítulo ocurrieron graves desórdenes en el convento, con no poca alarma del vecindario. Al siguiente se publicó un bando aconsejando a los vecinos que desechasen todo recelo, pues vivo y sano estaba su excelencia para hacer entrar en vereda a los reverendos. Los agustinos no se dieron por notificados, y el escándalo se repitió. Diríase que la cosa pasaba en estos asendereados tiempos, y que se trataba de la elección de presidente de la república en los tabladillos de las parroquias. Véase, pues, que también en la época colonial se aderezaban pasteles eleccionarios. Pido que conste el hecho (estilo parlamentario) y adelante con la cruz. Su excelencia, con buena escolta, penetró en el convento. Los frailes se encerraron en la sala capitular. El virrey hizo echar por tierra la puerta, obligó a los religiosos a elegir un tercero, y tomando presos a los dos pretendientes, promovedores del tumulto, los remitió a España sin más fórmula ni proceso.
• Escenas casi idénticas tuvieron lugar, a poco, en el monasterio de la Encarnación. La madre Nieves y la madre Cuevas se disputaban el cetro abacial. Si los frailes se habían tirado los trastos a la cabeza, las aristocráticas canonesas no anduvieron mezquinas en araños. En la calle, el pueblo se arremolinaba, y las mulatas del convento, que podían no tener voto, pero que probaban tener voz, se desgañitaban desde la portería, gritando según sus afecciones: «¡Víctor la madre Cuevas!» o «¡Víctor la madre Nieves!». Este barrullópolis reclamaba bando. Era imposible pasarse sin él. Repitiéndose el bochinche, entró tropa en el convento, y la madre Nieves y sus principales secuaces fueron trasladadas a otros monasterios. Esto se llama cortar por lo sano y ahogar en germen la guerra civil.
Resulta importante añadir que la provincia del Paraguay que respondía a la Audiencia de Charcas y consecuentemente al Virreynato de Lima, por su lejanía, la riqueza de su suelo, especialmente hierba mate y el hecho que las autoridades bastante relajadas en su imperio de tales, había criado hombres de libre albedrío y costumbre lejanos a la aceptación de cualquier autoridad. En semejantes condiciones el caldo de cultivo frente al primer atisbo de sujeción produjo movimientos armados en dos momentos importantes, que la historia denomina revoluciones.

Una de ellas, la primera, fue la que asoló la región y por largos años con Antequera a la cabeza.

Los jesuitas quienes habían logrado, para envidia de propios y extraños, una convivencia pacífica e industriosa con los naturales, colocándose al servicio de aquellos -todo lo contrario a lo acostumbrado, gracias a su fructífera tarea en las misiones- fueron blanco directo de Antequera. En este asunto los frailes franciscanos de la comarca habían prestado su apoyo al insurrecto, claro está que formando parte de los muchos que veían a los padres jesuitas con malos ojos.

A esto súmense las pretensiones territoriales de los portugueses del Brasil y las de conquista de la taimada Inglaterra.

Igualmente, movimientos armados de indígenas y mestizos en gran número se levantaron en Cochabamba, en el Alto Perú, movidos por el abuso de los corregidores y por asuntos de paga a los mitayos que extraían las riquezas que los virreyes cuidaban llegasen a España en la cantidad y con las seguridades del caso. Menuda tarea.

Castelfuerte, adecuadamente escogido cumplió su papel, puso celo y bastante orden en el vasto reino; producido su relevo regresó a España, fue nombrado Capitán General y recibió el Toisón de Oro. No era para menos.

Falleció en Madrid en 1740.






Fuentes

Historia General del Perú. Virreinato
RP Rubén Vargas Ugarte S.J.

Sobre los Grandes de España

http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00363818779947406317857/027931_0001.pdf http://grandesp.org.uk/historia/historia.htm

Sobre el Toisón de Oro

http://es.wikipedia.org/wiki/Tois%C3%B3n_de_Oro
http://www.escriptorium.com/articulos/el-toison-de-oro/
Sobre Virreyes del Perú
http://lsiabala-almanzur.blogspot.com/2006/12/virreyes-del-per.html

Efigie del marqués, Wikipedia

domingo, 25 de mayo de 2008

El año que se enfrió el planeta

 

VOLCÁN HUAYNAPUTINA

Fuente: La Opinión de Tenerife. 24 de abril, 2008. Dice esta crónica:


Una gran erupción volcánica en Perú en 1600 
provocó una bajada de temperaturas en todo el mundo


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La otra cara de Hawai. Ciencia y Tecnología La histórica erupción que en el año 1600 se produjo en el volcán Huaynaputina, en el entonces virreinato del Perú, provocó un impacto global en la civilización, con una alteración temporal del clima que ocasionó retrasos y mermas en las cosechas en Asia, Europa y América, además de una gran hambruna en Rusia. Así lo considera un nuevo estudio realizado por expertos de la UC Davis, uno de los diez campus que integran la Universidad de California. OTR/PRESS Esta erupción es conocida por los científicos por haber eyectado gran cantidad de sulfuro a la atmósfera. Paralelamente, tres estudios diferentes han mostrado que el año inmediatamente posterior, 1601, fue excepcionalmente frío, pero no se habían documentado hasta ahora sus efectos. “Sabíamos que hubo una gran erupción, que fue un año frío, pero eso era todo”, declaró Ken Verosub, profesor de Geología de esta universidad.

El sulfuro reacciona con el agua en el aire formando gotitas de ácido sulfúrico, que en grandes cantidades provocan en la atmósfera un enfriamiento al reducir la cantidad de luz solar que alcanza la superficie. Pero estas gotitas terminan disipándose y su efecto sólo se prolonga durante alrededor de un año.

Verosub y su equipo combinaron registros históricos de la época tanto de Europa, como de China y Japón, axial como de las colonias americanas de España y Portugal y de Filipinas, para buscar información sobre cambios en agricultura, el clima y también hallar consecuencias sociopolíticas.

LA HAMBRUNA QUE DERROCO AL ZAR BORIS I

Pues bien. En Rusia, el bienio 1601-1603 provocó la peor hambruna en la historia del país, hasta el punto de que el zar reinante, Boris I, terminó siendo derrocado. Los registros en Suiza, Lituania y Estonia inician inviernos excepcionalmente fríos entre 1600 y 1602; en Francia la cosecha de vino de 1601 se retrasó, y la producción en Alemania se vino abajo, al igual que en el Perú. En China, los árboles florecieron demasiado tarde, y en Japón el Lago Suwa se heló en invierno antes que nunca en un periodo de 500 años.

“Hasta cierto punto, no podemos probar que el volcán fuese responsable de todo esto. Pero sí hemos constatado que 1601 fue un año llamativamente frío en conexión con ese evento”, según declaraciones de este científico recogidas por otr/press en la Web de la UC Davis.

Entre otras erupciones similares que podrían haber afectado de forma a la vida humana en todo el planeta destacan la del Tambora en Indonesia en 1815, cuya secuela en la agricultura europea ha quedado muy documentada. Verosub estima que una erupción volcánica de esta magnitud puede producirse cada 200 años aproximadamente, lo que aumenta la posibilidad de pueda reproducirse en la primera mitad de este siglo.

Hasta aquí la crónica española.

Ubicación y datos históricos del volcán

Perú, Departamento de Moquegua, provincia de General Sánchez Cerro, Cap. Omate.


Durante la colonia fue un partido o subdelegación de la Intendencia de Arequipa que comprendía en su integridad el Cercado de Arequipa, Arica, Moquegua, Camaná, Collaguas o Caylloma, Condesuyos de Arequipa, Tarapacá e Iquique-Pisagua.


 
MAPA DE MOQUEGUA EN 1865


Otra fuente:

A 30 kms. al sur del volcán Ubinas se encuentra el Huaynaputina -llamado también Omate, Quinistaquillas, Chiquimote, Chequepuquina o Morro Putina (anotación esta última del compilador).

Se ubica a 16º 35' de latitud Sur y 70º 52' de longitud Oeste. Su altitud actual es de 4,800 msnm, con un semicono de 200 a 500 metros de elevación.

Ambos volcanes están a la margen derecha del curso alto del río Tambo (cuya cuenca cubre territorios del Oeste de Puno, el Norte de Moquegua, y el Sur de Arequipa), y forman parte de la cadena de “Volcanes de los Andes Centrales” (El segmento de la Cordillera de los Andes entre los 14º y 28º de latitud Sur, que corresponde a la Cordillera Occidental del Sur del Perú y a la zona fronteriza de Bolivia, Norte de Chile y Noroeste de Argentina)

Entre geólogos y vulcanólogos la erupción del Huaynaputina, ocurrida a lo largo de casi dos semanas entre el sábado 19 de febrero y el jueves 2 de marzo del año 1600, es considerada la más violenta que haya sido registrada en el área andina desde el siglo XVI. Ya que la zona -entonces como ahora era relativamente aislada, la información histórica disponible proviene de la ciudad española más cercana al volcán: Arequipa.


El proceso comenzó con una serie de temblores previos, progresivamente más fuertes, iniciados hacia el lunes 14 de febrero y, luego de la primera erupción, percibida no sólo por la formación de nubes de humo volcánico, que oscurecieron la atmósfera e impidieron ver el sol en las horas diurnas por dos semanas y la abundante caída de ceniza que cubrió la ciudad y los campos, sino por el estremecedor ruido de las explosiones volcánicas; los últimos remezones y caídas de cenizas habrían llegado hasta el miércoles 15 de marzo siguiente.

La erupción del 19 de febrero debió romper la cúspide, mientras que la del 2 de marzo debió ser una erupción lateral, que dejó el cráter del volcán en su estado actual: un semicírculo al Oeste y una zona abierta el Este, que cae casi perpendicularmente a un cañón que baja unos 2,000 metros hasta el río Tambo. Fue aproximadamente un mes de intensa actividad volcánica en el Sur Andino, incluyendo el Altiplano del Titicaca.

Un sacerdote jesuita, escribiendo desde Arequipa el viernes 3 de marzo, informaba:

“La causa de tan grande tribulación a sido aver rebentado un bolcán del pueblo de Omate que dista de aquí diez y ocho leguas; sábese que a sido de grandíssimos fuegos y piedras con lo qual se an undido y asolado cinco o seis pueblos que están en su cirqüito. Ase dicho por cosa cierta que en doze días y más a sido siempre en aquel paraje noche obscuríssima (...); dízese que en el pueblo de Omate, que es junto al mismo bolcán quatro leguas distante, an caído piedras de cinco y siete libras y que an perecido asta sesenta personas del dicho pueblo, quedando las cassas dél sepultadas en la arena y ceniza. De los demás pueblos comarcanos al dicho bolcán no se sabe cosa cierta”.

Y, sobre el alcance de los efectos de la erupción, añadía:

“nueva a llegado que cunde la ceniza por la parte del Collao asta Chungara [La Raya-Santa Rosa] y Chuqüito, y por la parte de la costa donde mayores daños a hecho entre más de quarenta leguas (...). Después de todo esto huvo nueva cierta que la ceniza avía llegado asta la ciudad de Chuquisaca [hoy Sucre, Bolivia], que está de Arequipa hazia el otro polo, más de ciento y treinta leguas, y que allá se havían oído también aquellos temerosos sonidos (...); en Juli y Chuquiabo [La Paz] y la demás tierra intermedia cayó también la ceniza y se oyeron los sonidos a manera de piezas gruesas de hartillería“.

El Virrey don Luis de Velasco, escribiendo del Callao el lunes 8 de mayo, decía:

“A los 19, 20, 21 de Hebrero [= febrero] se oyeron disparar por la costa arriva [al Sur] donde estava la armada esperando los enemigos [corsarios holandeses] y todos afirmaron que heran [disparos] de artillería y que devían de estar peleando con ellos, que causó mucho contento, (...) y a los 5 de Marzo tuve aviso de cómo en las provincias de Camaná y sus valles havía caído y llovido tanta ceniza que casi cegava la gente y que no se v[e]ían unos a otros con la oscuridad grande que hacía y se oyeron tantos tiros en distancia de 90 y 100 leguas de costa arriva [al Sur] y abajo [al Norte] en mismo tiempo, que ha causado mucha admiración”.

El fraile carmelita Vázquez de Espinosa, quien visitó la región en 1618, escribió:

“cuando reventó el volcán que estaba en la provincia de los Ubinas 12 leguas de la mar río arriba, que era un cerro pequeño que estaba en medio de una sierra el año de 1600 arrojó de sí tanto fuego y ceniza que alcanzó la ceniza más de 200 leguas por todas partes, y cayó en los navíos que navegaban por la mar; al presente hay mucha ceniza a cabo de tanto tiempo por espacio de más de 150 leguas como la vi cuando caminé por aquellos llanos”.

Y cuenta que en Arequipa:

“me certificaron que cuando reventó el volcán causó tan gran temblor en aquella tierra que asoló muchas casas e hizo notables daños, y con los temblores (...) y la espesura de la ceniza hecha fuego, que llovía, les parecía que era ya llegado el fin del mundo y juicio final”.

En 1615 el cronista indio Guamán Poma afirmaba:

“Le fue castigado por Dios cómo rreuentó el bolcán y sallió fuego y se asomó los malos espíritus y salió una llamarada y humo de senisa y arena y cubrió toda la ciudad [de Arequipa] y su comarca adonde se murieron mucha gente y se perdió todas las uiñas y agiales y sementeras. Escurició treynta días y treynta noches. Y ubo proceción y penitencia y salió la Uirgen María todo cubierto de luto y ancí estancó y fue seruido Dios y su madre la Uirgen María. Aplacó y [a]pareció el sol pero se perdió todas las haziendas de los ualles de Maxi [Majes]. Con la senisa y pistelencial de ella se murieron bestias y ganados”.

Al dibujar Guamán Poma la ciudad de Arequipa y la villa de Arica, ambas aparecen cubiertas de nubes, con lluvia de cenizas y una procesión en la plaza principal.

El jesuita Cobo, escribiendo en 1653, indica:

“no se cogió en los seis años siguientes gota de vino”, el principal producto comercial arequipeño de la época. Sin embargo, ya para 1618 el carmelita Vázquez de Espinosa vió una recuperación de la economía agrícola regional: “ya ha vuelto sobre sí y está tan pingüe y gruesa, como antes”.

El agustino Calancha explicaba en 1638:

“abrasó la ceniça las raízes de las cepas [de vid]; pero si antes davan las sementeras ocho [f]anegas por una, dieron con la ceniça treynta por dos, piedad del castigo, multiplicando el pan lo que quemava al vino la fertilidad de la tierra; fue cobrando fuerças aunque la sugetavan en partes las ceniças, pero poco a poco recobró su fecundidad”.

El ciclo natural se había cumplido y, tras una década, la actividad humana se había más que recuperado luego de la catástrofe del año 1600.

Lima, domingo 25 de marzo de 2007


Época del virreinato


Gobernaba, Don Gaspar de Zúñiga Acevedo y Fonseca, Quinto conde de Monterrey. (1604-1606)




Encontramos interesante el terrible acontecimiento de la naturaleza, que hemos glosado de dos principales fuentes, y oportuna la ocasión, además, para narrar algunos hechos del señor conde de Monterrey, X virrey del Perú, en cuyo breve ejercicio tuvo lugar este notable hecho.

Nació en Monterrey, Galicia. Se educó con los padres jesuitas.

Felipe II lo nombró virrey de la Nueva España, 1595. Sucedió a don Luis de Velasco quien había sido promovido al virreinato del Perú. En setiembre de 1603 quedó enterado de su nombramiento al virreynato del Perú.

Su viaje desde Veracruz hasta el puerto de Paita se hizo en tranquilidad. Permaneció por razones de su precaria salud en dicho puerto del cual zarpó, con rumbo al Callao pero por efectos de un temporal la nave retornó al punto de zarpe donde se dispuso, una veintena de días después hacer el viaje por tierra, recorrido largo y bastante penoso dado lo quebrantado de la salud que traía el regio funcionario gallego.

Finalmente, hizo su tan esperada entrada en Lima, el 28 de noviembre de 1604 después de más de cinco meses de viaje con descansos prolongados.

Su relación con los naturales, de la muy varia del virreinato de Nueva España, fue ejemplo de prudencia y caridad al extremo que su retiro hizo motivo de congoja muy sentida.

Esta singular conducta la repitió en el Perú donde, desgraciadamente, su permanencia fue breve pues falleció antes de cumplir el tercer año de su gobierno.

• En su ejercicio, se levantó la iglesia de la Soledad, primera sede de los padres franciscanos en Lima quienes posteriormente erigirían la contigua y monumental Iglesia de San Francisco, cuya portada en piedra gris, se reputa como la mejor de estilo barroco de América.




• Diego de Padilla, fundó en 1604 la ciudad de Oruro.

• Se erigen los obispados de Santa Cruz de la Sierra y de la Paz, en el Alto Perú.

• El arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, funda, en 1605, el monasterio de Santa Clara en Lima.

• Como consecuencia de su decisión se organiza en 1607 el Tribunal y Audiencia Real de Cuentas y Particiones, también conocido como Tribunal Mayor de Cuentas.

• El crecimiento de las ciudades de Lima, Cusco y Potosí dieron preponderancia a las artes manuales que empezaron ha producir mayor mercadería para la vida ordinaria y también fina artesanía como objetos de lujo, por todo lo cual los gremios adquieren importancia; se organizan aprendices a la cabeza de un experto o maestro artesano. Asocian su organización a determinada iglesia o capilla y de allí aparecen muchas de las cofradías, que han llegado hasta nuestros días.

Para el ejercicio del conde de Monterrey, se legisla respecto a los espaderos, zurrado-res y zapateros, sumándose a lo que habían hecho sus antecesores, en 1594 Dn. García Hurtado de Mendoza, con carniceros, menuderos, pasteleros, mesoneros, cereros, confiteros; en 1604, Dn. Luis de Velasco, que se ocupó de los sederos, entre otros.

• Aún predomina el recuerdo de la violentísima erupción del volcán Huaynaputina, también llamado Omate, o Morro Putina, en febrero de 1600, en plena administración del virrey, Luis de Velasco y Castilla y Mendoza, Marqués de Salinas, cuyos efectos se hicieron conocer en el planeta. Tuvo, entonces, lugar la destrucción de la ciudad de Arequipa en gran proporción.
• En Lima se le conocía al Conde de Monterrey por el Virrey de los milagros (Ricardo Palma) por los muchos y notables que se produjeron durante su presencia en la capital del virreinato.

Al terminar con el producto de sus haberes, destinado invariablemente a obra pía y para socorro de los necesitados, quedó pobre, por lo que a su muerte el 16 de febrero de 1606, se hubieron de procurar los dineros sufragándolos la Audiencia.

La caja mortuoria y ornamentos fueron colocados al lado del altar mayor de la iglesia de San Pedro donde permanecieron hasta mayo de 1607, fecha en que subrepticia-mente sus huesos fueron pasados a una pequeña urna de madera cuidándose devolver a su anterior lugar del altar el primer catafalco y así, en secreto, partieron a España portándolos el padre Messía, designado procurador a Roma y Madrid.

Posteriormente encontró sepultura en la iglesia del colegio de Monterrey, su natal Galicia, institución fundada por él.

Fuentes
Historia General del Perú. Virreinato R. P. Rubén Vargas Ugarte. S. J

Internet



Efigie del Virrey, Wikipedia.

Portada de San Francisco de Lima, foto del autor.

lunes, 24 de marzo de 2008

Baldomero Espartero en el Perú


Notas sobre un militar afortunado

Eran los días cuando la independencia de las lejanas colonias españolas de América meridional germinaba efervescente; las juntas de gobierno, al igual que en la metrópoli, brotaban por doquier en las vastísimas extensiones del dominio español y el virrey Fernando de Abascal, desde el Perú, sofocaba los levantamientos con hábil eficacia y denodado esfuerzo.

La presencia de Napoleón en España, que había colocado en el trono hispano a su hermano José y al legítimo rey Fernando VII al otro lado de la frontera de los Pirineos, mantenía ocupados a los españoles en los esfuerzos de la resistencia.

La historia estaba a punto para decantar a un personaje.

Joaquín Baldomero Fernández Espartero Álvarez de Toro, Conde de Luchana, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Vizconde de Banderas y Príncipe de Vergara, nació en Granátula de Calatrava, Ciudad Real, el 27 de febrero de 1793. Así recoge la biografía oficial los títulos nobiliarios y los datos del nacimiento de este personaje.

De humildísimo origen; de joven, fiel a la inveterada costumbre española, se le había destinado para sacerdote, pero bien pronto supo que su vocación por las armas era de mayor fuerza que por la de la sotana. Tomó plaza desde temprano en los regimientos de línea y asistió a todos los combates que libraron la guerra de independencia contra los franceses, de feliz corolario con la victoria de Bailén.

Para reforzar al virrey del Perú, la corte de Fernando VII había conseguido desplazar a ultramar a seis regimientos de infantería y dos de caballería, a las órdenes del general Miguel Tacón y Rosique; entre los oficiales de aquella expedición venía Espartero en septiembre de 1814, con en el grado de teniente del Regimiento Extremadura, embarcando en la fragata Carlota hacia América, el 1 de febrero de 1815, para reprimir la rebelión independentista de las colonias. Así, el joven oficial quedó integrado en una de las divisiones que se dirigieron hacia el Perú desde Panamá.

Llegaron las tropas al puerto de El Callao el 14 de septiembre y se presentaron en Lima; venía con ellos la orden que disponía sustituir al virrey del Perú, Fernando de Abascal, Marqués de la Concordia por el general Joaquín de la Pezuela, flamante Marqués de Viluma.

Bien pronto veremos a Espartero en acción exitosa; forma parte del comando del brigadier Jerónimo Valdez que opera en Torata con base en Moquegua. Su carácter fuerte y templado en el combate le hacía eficaz, astuto y cruel con el vencido. Se trataba de evitar la penetración al Perú de fuerzas hostiles procedentes de Chile y las Provincias Unidas del Plata, al mando del general José de San Martín.

Para obstaculizar aquellos movimientos, se fortificaron Arequipa, Potosí y Charcas, tarea que emprendió Espartero con energía y acierto, gracias a sus dos años de formación en la escuela de ingenieros. Entonces le llegó el ascenso a capitán el 19 de septiembre de 1816 y, antes de cumplir un año en ese servicio, el de segundo comandante. En 1823 era ya coronel de Infantería a cargo del Batallón del Centro del ejército del Alto Perú. El 9 de octubre de 1823 el victorioso comandante fue ascendido a brigadier otorgándosele el mando del Estado Mayor del Ejército del Alto Perú.

Es en Arequipa, bella ciudad del sur en la que el militar español se labraría un afecto reciproco con miembros de la sociedad. Allí encontraría en una bella joven de la aristocracia local espacio para los sentimientos.

Gobernaba ya el Perú, el virrey don Joaquín de la Pezuela, inteligente militar del arma de artillería en quien el virrey Abascal había cifrado su mayor confianza y no se había equivocado. Fue enviado al Alto Perú para contener a los rebeldes bonaerenses que victoriosos en La Plata querían extender sus éxitos por los altos páramos del sur del Perú. De la Pezuela, al mando de las tropas coloniales peruanas, obtuvo sendas victorias sobre Belgrano en Vilcapuquio y Ayohuma, y la más importante en las punas de Sipe Sipe, en Viluma, sobre las fuerzas argentinas de Rondeau. La recomendación de Abascal, por esta meritoria conducta, hizo que se elevase al brigadier al rango nobiliario de marqués de Viluma, como jefe del Ejército del Alto Perú.

Pronto reemplazaría al propio Fernando de Abascal, el marqués de la Concordia, en el elevado cargo de virrey del Perú, conforme los hechos y las circunstancias que hemos narrado.

Pero los jóvenes brigadieres españoles llegados al Perú, sobre los que ejercía predominio don José de La Serna e Hinojosa, veían en el virrey un militar anticuado en sus procedimientos y por demás tolerante con los criollos, política que había heredado del sagaz Abascal, gracias a lo cual se le había conferido el apropiado título de Marqués de la Concordia. Ellos mismos eran de esa nueva casta, que como Espartero habían sido testigos de las bondades del liberalismo constitucional votado en Cádiz y por lo tanto les resultaba el virrey, amén de lo dicho, un conservador a ultranza.

A poco se confabularon para derrocarlo, hecho que siguió del llamado motín de Aznapuquio, que tuvo lugar en una hacienda cercana a Lima, el 29 de enero de 1821.

El depuesto de la Pezuela dejó palacio y marchó con su familia y escolta a su bella residencia de la Magdalena, villorrio al oeste de la capital, de clima benigno, estancia apacible y confortable. Poco después el marqués embarcó para España. Al expresar su informe al rey, de inmediato quedó investido de honores amén de un elevado cargo militar.

Naturalmente, el pronunciamiento de La Serna al deponer al legítimo gobernador, había quedado en cuestión. Para evitar males mayores urgía poner al rey al tanto de las circunstancias que dieron motivo a esta destitución. Se decidió entonces enviar a España a un emisario. No se encontró mejor persona para ello que la de don Baldomero Espartero.

Entonces el joven brigadier dejó Arequipa y embarcó para España desde el puerto de Quilca, el 5 de junio de 1824, en un barco inglés. Llegó a Cádiz el 28 de septiembre y se presentó en Madrid el 12 de octubre. A las calidades de resuelto amador y empedernido jugador, sumaba Espartero un hábil trato; consiguió de Fernando VII el crédito suficiente para que La Serna quedase confirmado en el gobierno del Perú y en posición de tan buenas nuevas inició su retorno. Embarcó en Burdeos camino de América el 9 de diciembre, coincidiendo la fecha con la pérdida del Virreinato del Perú.

Un viaje largo, por supuesto, lo suficiente para que en la vieja colonia ocurriesen hechos notables. Es así, que durante su ausencia se había dado la victoria de Ayacucho y los ejércitos aliados comprometidos en esa justa dominaban el Perú ya independiente.

Pero Espartero no lo sabía y al tocar tierra en Quilca el 5 de mayo de 1825, sin noticias del desastre de Ayacucho, es tomado prisionero por lucir uniforme español y portar armas, hecho proscrito en las Capitulaciones firmadas por Canterac en Ayacucho, que prescribían la pena de pasar por las armas al infractor sorprendido en tal estado. En consecuencia se le condujo prisionero con escolta a la ciudad de Arequipa, lugar de las preferencias sentimentales de tan importante reo, pero donde a la sazón también se encontraba el generalísimo Simón Bolívar Palacios.

Leídos los despachos relativos a la captura de Espartero, Bolívar dispuso su fusilamiento. Pero es aquí donde la suerte, esta vez en forma de bella mujer, abogara por su vida. La joven amante se presentó ante el caraqueño para rogarle redimir semejante pena; el generalísimo tampoco era del todo indiferente con las hijas de Eva.

Muy temprano por la mañana del día siguiente el carcelero recibió una nota con la orden del Libertador para que, en el término de la distancia, embarcara el preso para España, desterrado a perpetuidad. El afortunado, reo en capilla, había pasado la noche jugando en firme y logrado ganar una considerable fortuna, que los perdedores suponían jamás habrían de hacerla efectiva. Veleidades del destino, se equivocaron. Suerte en el amor y en el juego.

Llegado a España, se le consideró a Espartero uno de los ayacuchos, mote con los que el pueblo quería afear a los generales españoles vencidos en la pampa de Quinua y que en puridad de verdad no le correspondía, por cuanto, como hemos puntualizado, había salido del Perú antes de estos trascendentales acontecimientos rumbo a Madrid.

La fortuna seguiría sonriéndole, pues algún tiempo después de su llegada durante la cual optó por esposa a una acaudalada dama que lo convirtió en terrateniente, fue llamado por la regente, doña María Cristina, para colocarle al frente de los ejércitos isabelinos enfrentados en al primera guerra carlista, promovida por don Carlos Isidro de Borbón quien había levantado bandera contra la pequeña Isabel II fundado en consideración a normas sucesorias por las que reclamaba el trono para sí.

Nombrado Comandante General de Vizcaya en 1834, bajo las órdenes de un antiguo jefe suyo, el general Jerónimo Valdés, participó así en el frente norte durante la Primera Guerra Carlista, desempeñando un destacado papel, no sin antes haber puesto en fuga distintas partidas carlistas.

Espartero, retomó a las viejas tácticas de astucia y dureza excesiva contra el nuevo enemigo y con excepción de una batalla perdida consiguió con el Abrazo de Vergara, cerca de la ciudad vascuence de Vitoria, concordada con otro ayacucho el general Rafael Maroto, poner fin a esa primera sangrienta etapa de la guerra secesionista. Reanudada más tarde con mayor vigor, siguió su notable actividad distinguiéndose en esta lucha fratricida. En 1834 ascendió a Mariscal de Campo.

Esto le valió para ser nombrado Duque de la Victoria y luego Regente, en reemplazo de doña María Cristina.

Sin embargo, los vaivenes de la política le llevarían a notables cambios, uno de los cuales fue su alejamiento de la corte y su refugio en Inglaterra, para años después retornar a España y finalmente alejarse a la soledad de su casa en Logroño, localidad de La Rioja.

En esta situación, con ocasión de la revuelta del pueblo contra Isabel II, una comisión de notables se acercó a su retiro para rogarle aceptase el trono de España habida cuenta del gran vacío que había acaecido con el destronamiento de la reina, y de esta forma poner fin a los problemas de sucesión. Peligraba pues la corona. Espartero rechazó la tentadora oferta de ser rey de España, en parte por su avanzada edad y también a consideraciones políticas.

Elevado al trono el príncipe italiano Amadeo de Savoya como rey de España con el nombre de Amadeo I y primer Duque de Aosta, quedó temporalmente resuelto el problema sucesorio y el nuevo monarca concedió a Espartero el título de Príncipe de Vergara, el 2 de enero de 1872, con tratamiento de Alteza Real, un caso sin precedentes en los anales de la monarquía española.

Así, don Joaquín Baldomero Fernández Espartero Álvarez de Toro, Conde de Luchana, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Vizconde de Banderas y Príncipe de Vergara, alcanzó la provecta edad de 86 años y falleció en Logroño, el 8 de enero de 1879, en poder de considerable fortuna pero sin sucesor directo pues no había dejado descendencia.

jueves, 21 de febrero de 2008

Presidentes del Perú





Presidentes de la República del Perú
y Encargados del Mando
(1821 – 2006)


Introducción
Ciento ochenta y siete años han transcurrido (Esta nota se escribió en 2003 y se está actualizando) desde que el primer Congreso Constituyente convocado en el Perú, en torno a su histórica primera agenda –22 de septiembre de 1822- inmediatamente después de atender la renuncia al cargo de Protector del Perú del General José de San Martín y Matorras, debate y aprueba, sin mayor oposición, que el Perú sería República.

Se contraría de esta manera el caro deseo del generalísimo quien abogaba sin dislates por la monarquía como el medio apropiado para el Perú. No en vano se habían sucedido en el mando del imperio y del virreinato del Perú, incas y virreyes. La república democrática olía a novedad y anarquía.

Desde entonces, se han sucedido en el mando 89 ciudadanos, entre encargados y presidentes de la República; algunos por elección popular no siempre bien aceptada y muchos otros impuestos por la fuerza indiscutible de las armas.

Los avatares de tal acto, que alejaron al Libertador argentino de nuestras costas, me han servido para estudiar y conocer si la representación nacional estuvo o no acertada en el cambio sustantivo de la forma de gobierno monárquico por el republicano, con un presidente elegido por el pueblo. Aquí, algunos datos y reflexiones:

San Martín, en su discurso de despedida ante los constituyentes, lanzó estas proféticas palabras:

“Dejo instalado la representación nacional, a ella se deberá la suerte de los peruanos; los hijos de vuestros hijos darán el fallo”

Habida cuenta de los siglos de conducción del gran Imperio de los Incas, con las consecuencias de cultura, acierto administrativo y organización en los asuntos del estado; la expansión de los quechuas por la costa occidental de América del sur, de un lado, y a los 300 años de administración colonial bajo habsburgos y borbones, de otro, representados por cuarenta virreyes todos ellos empeñados en trasladar la riqueza del Perú, en oro y plata a las arcas reales, entonces, el balance por la monarquía se inclinaba con mayor fuerza por razón de la costumbre.

Mucho de exacción dentro de un bien controlado orden administrativo. Podría haber pasado esto a revertir en beneficio nacional mediante un sistema monárquico constituyente, sin los cambios traumáticos de la novísima democracia republicana que nos asoló.

La experiencia republicana que estamos practicando desde entonces –algo más de 187 años- es aún bisoña y cargada de anarquía, con escasas lagunas democráticas, propagada así desde que se votó por el sistema en 1822, sin el acierto y la solidez necesarios para rendir los frutos de un sistema bien cimentado. ¿Por qué? No es difícil probar lo dicho, basta repasar los resultados a la luz de la actuación de quienes accedieron al cargo de Presidente de la República por elección popular o por golpes de cuartel.

Cuando San Martín, quien había hecho la carrera de las armas al real servicio militar de España, siente que le corresponde proponer u opinar por la forma del gobierno del Perú, impetrado que estaba del cargo de Protector, toma en cuenta las consideraciones del ascendiente monárquico que se ha mostrado del párrafo anterior.

Tendría que sopesar entonces algunos factores tomados de su experiencia en Europa y América. Conocedor de la conducta de los líderes argentinos de su época, marcada por la reciente emancipación de la metrópoli, aquellos que sin ocultar sus ambiciones luchaban por alcanzar el poder en las provincias del Plata, el más conspicuo de todos, Alvear, su rival y enemigo; y las propias ambiciones de los hermanos Carrera en Chile, que con visos de plataforma democrática pugnaban también por hacerse del poder, no parecía resultarle fácil decidir de plano por la democracia y la república como las más convenientes para una nación de tradición regida por emperadores y representantes de monarcas españoles como lo había sido el Perú; es decir, por una amplia costumbre monárquica.

En realidad los pasos hacia la democracia y consecuente república eran revolucionarios. Tenía muy claro, empero, que en una monarquía constitucional; es decir, con las ambiciones de poder delegadas a un mandante vitalicio con sucesión hereditaria, pero encuadradas bajo los principios de una Constitución, que tendrá que respetar el rey, no harían prosperar otras ambiciones y quedaría resuelto el problema del mando para siempre. Dentro de esta forma de gobierno tocaría a un primer ministro, elegido en comicios por la representación nacional, o elegido por las mayorías del parlamento, la conducción política. Esto es, un parlamento fuerte con un primer ministro de la mayoría y procedente de cualquiera de las dos cámaras, con un gabinete de secretarios de estado, a cuya cabeza se colocaría el monarca, como jefe del ejecutivo. Inglaterra había probado este sistema desde antiguo y lo mantiene, ejerciendo una democracia de cuño irrestricta.

Sin embargo, más pudo el candente verbo del peruano Faustino Sánchez Carrión, un ex jesuita convencido que república y democracia serían la solución para poner freno a los excesos del absolutismo y el vasallaje, tan de boga en las monarquías de aquellas épocas.

Fanático del sistema y admirador de los Estados Unidos consigue primero, pensando que San Martín sería útil a sus propósitos hacerle venir al Perú, en momento que aquél militar, al servicio de las fuerzas del Plata, observaba impotente que las tropas patriotas argentinas se batían sin éxito contra los españoles en la desastrosa campaña del Alto Perú.

Inspirado en planes y estrategias aprendidas de Inglaterra, conocidas de su experiencia europea, justamente en los momentos de la liberación de España del poder godo, afirma, a cuantos tienen facultad de decisión que la lucha contra el poder central del Perú sería combatir al poder realista llevando por mar la fuerza de las armas hasta las propias costas de la capital del virreinato y no así luchando en los altos páramos del altiplano donde se sucedían sin remedio las derrotas de los patriotas de Belgrano por los bien guarnecidos y adaptados generales españoles apoyados por aguerridas fuerzas coloniales, a la cabeza de las cuales operaba el marqués de Viluma, general Joaquín de la Pezuela su líder más conspicuo; se agregaban a esto las constantes cartas de Sánchez Carrión pidiéndole venir al Perú.

Finalmente se cumple este plan y San Martín embarcado en Valparaíso con numerosa flota, tropa y aprestos llega a las costas del Perú y desembarca en Pisco, más tarde en Huacho y forma su cuartel en Huaura.

Lima, estaba ocupada por la guarnición realista al mando del virrey D. José de La Serna Martínez quien estaba listo para la acción, pero decide dejar la capital y pone rumbo a la sierra. Ingresan entonces en la Capital las tropas libertarias y se proclama la independencia. Mas tarde, Sánchez Carrión, al conocer las ideas monárquicas que propugna San Martín conspira contra él y precipita su alejamiento. Paralelamente, sin esfuerzo, logra convencer al General Simón Bolívar para el relevo. Una curiosa conspiración con masones involucrados.

El envanecido caraqueño, triunfador de Boyacá y otras justas libertarias, no quería competidor alguno, es probable que así lo dejó entender en la reunión de Guayaquil por lo que San Martín le dejó el camino expedito. Finalmente habrá de culminar con éxito la emancipación con las acciones de Junín y Ayacucho.

Poco después, alzado a las alturas de su más grande vanidad, en parte por los halagos de quienes así le hacían sentir, decide darle al Perú una constitución vitalicia y un presidente vitalicio: él mismo, don Simón Bolívar Palacios.

Entonces Faustino Sánchez Carrión, vuelve a conspirar, esta vez contra Bolívar. ¡Qué intranquilidad la del Padre de la Patria!

Nace así nuestra peculiar democracia, fallida e imperfecta república, por cuanto quienes tuvieron la responsabilidad no tomaron en cuenta, por que lo ignoraban, que la democracia es el producto final de una desarrollo político con virtudes logradas y fortalecida por la probidad de quienes gobiernan por representación directa de los pueblos, tan difíciles de contentar. Nada de eso hemos tenido, pese a las buenas intenciones de algunos demócratas que, de una u otra forma, finalmente fracasaron o se debatieron dentro de la mediocridad, salvo excepciones.

Las muestras de corrupción e insubordinación popular durante el gobierno del Arquitecto Belaúnde Terry; la corrupción partidaria y caos económico, amén del latrocinio cuando el primer gobierno de Alan García Pérez, a quien muchos peruanos le señalan directa participación; la corruptela instituida, de vasta proporción durante el largo período de Alberto Fujimori Fujimori, y; después, la anarquía mezclada con una impopularidad por los actos personales del peculiar mandatario Toledo, recordado por su reprobable moral, son, desafortunadamente, ejemplos de una democracia que no tienen antecedente.

Los brotes también de una corruptela partidaria dan luego paso a los avatares del fugado Fujimori, a quien se le somete en estos días a severos cuestionameintos penales, es decir, idénticos medios pero corregidos y aumentados.

Continuaremos analizando los actos de esos ciudadanos a la luz de los hechos.

Como quiera que el sistema de blog que estamos usando, se presta a la permanente actualización, los datos biográficos de los presidentes irán incorporándose paulatinamente, conforme avance el estudio y la investigación.

Encargados del Mando y Presidentes del Perú:

1. Generalísimo José de San Martín Matorras. Protector del Perú (1821/22) Argentino. Nacido en Misiones. Yapeyú.

2. Mariscal José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle. Spremo Delegado 1822; Presidente 1823/24) Nacido en Lima.

3. Mariscal José de la Mar Cortázar. Miembro de la Junta Gubernativa,Presidente del Consejo de Gobierno; Presidente Constitucional (1822/23 y 1827/28) Grancolombiano. Nacido en Cuenca, actual Ecuador. Murio en el destierro, en Costa Rica

4. Mariscal José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete. Primer Presidente de la República (1823; 1838/39) Nació en Lima.

5. Mariscal José Antonio de Sucre de Alcalá. Encargado del Mando, con plenos poderes, (1823) Grancolombiano. Nacido en Cumaná. Actual capital del estado de Sucre, en Venezuela.

6. Mariscal Simón Bolívar Palacios. Libertador del Perú, (1824/25)
Grancolombiano. Nacido en Caracas, actual Venezuela.

7. Doctor Hipólito Unánue Pavón. Presidente de la Junta de Gobierno (1825/26) Ilustrado personaje, protomédico durante los fines de la colonia. Nacido en Arica.

8. Mariscal Andrés Santa Cruz Calahumana. Primer Gobierno. Presidente del Consejo de Gobierno, (1826/27), Protector (1836/37) Altoperuano. Nacido en Huarina (Investigar), actual Bolivia cuando era el Alto Perú.

9. Don Manuel Salazar y Baquíjano. Gobernador Interino de la República y Encargado del Mando, (1827; 1828/29; 1834/35)

10. Mariscal Antonio Gutiérrez de La Fuente. Jefe Supremo, (1829; 1839) Encargado del Mando (1829, 1830/31)

11. Mariscal Agustín Gamarra Petrona. Primer Gobierno. Presidente de la República, (1829/33; 1838/40; 1840/41) Nacido en el Cusco.

12. Don Andrés Reyes y Buitrón. Presidente del Senado, Encargado del Mando (1831)

13. Don Manuel Tellería Vicuña. Presidente del Senado, Encargado del Mando (1832)

14.Doctor José Braulio del Campo-Redondo Cisneros. Vicepresidente del Senado, Encargado del Mando, (1833)

15. General Luis José de Orbegoso y Moncada. Presidente de la República (1834/36;1837/38)

16. General Pedro Bermúdez Ascarta. Jefe Supremo Provisorio, (1834)

17. General Felipe Santiago Salaverry del Solar. Jefe Supremo (1835)

18. General Juan Bautista de Lavalle y Zugasti. Presidente del Consejo de Gobierno, Encargado del Mando (1835)

19. Mariscal Andrés de Santa Cruz Calahumana. Segundo Gobierno. Presidente del Consejo de Gobierno; (1826/27), Protector (1836/37)

20. General Pío Tristán y Moscoso. Presidente del Consejo de Gobierno (1837)

21. Doctor José María Galdeano de Mendoza. Presidente del Consejo de Gobierno (1838)

22. Mariscal Agustín Gamarra Petrona. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1829/33; 1838/40, 1840/41)

23. Don Manuel Menéndez. Presidente del Consejo de Gobierno, Encargado del Mando (1840, 1841/42; 1844/45)

24. General Juan Crisóstomo Torrico González. Vicepresidente del Consejo. (1842)

25. General Francisco Vidal La Hoz. Segundo Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1842/43)

26. Doctor Justo Figuerola de Estrada. Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1843)

27. General Manuel Ignacio Vivanco de Iturralde. Supremo Director (1843)

28. Mariscal Domingo Nieto Márquez. Presidente de la Junta de Gobierno en el Sur (18443/44)

29. Don Domingo Elías Carbajo. Prefecto. Encargado del Mando del Norte (1843/44)

30. Mariscal Ramón Castilla Marquesado. Presidente de la República (1845/51; 1855/57; 1857/62) Naido en Tarapacá. Por la importancia de este mandatario, a quien sin duda puede reputarse el fundador de la moderna República del Perú, es imprescindible citar algunas de las más destacadas obras en su primer gobierno 1:

a. Funcionan las instituciones. La libertad de prensa y de la tribuna parlamentaria son irrestrictas por vez primera. También por primera vez la Cámara de Diputados censura a un ministro y este dimite, pese a que no hay precepto legal que le obligue a hacerlo. (Lo habrá más tarde en las leyes de 1856 y 1862 y como mandato expreso de la Constitución de 1920 y de las de 1933 y 1970)

b. Castilla ensaya una política de concordia. Llama al gobierno a los adversarios de la víspera, como en el caso de don Felipe Pardo, uno de los más ilustres colaboradores de Vivanco, y le confía la cartera de Relaciones Exteriores. O también el de Paz Soldán que llegó a ministro de obras públicas con gran suceso para Lima.

c. El orden público se mantiene. Vivanco colabora, pues se dedica a labrar la tierra en Manabí, Ecuador. No faltan conspiraciones, sin embargo, Castilla no vacila en arrestar y exiliar al general San Román, miembro del Consejo de Estado y al general Torrico. Entre Castilla y San Román hay una curiosa relación vitalicia de amistad y enemistad, que termina por prevalecer la primera.

d. Por primera vez en nuestra historia el Ministro de Hacienda, don Manuel del Río, presenta a las Cámaras el proyecto de Presupuesto para el bienio 1845-46. Los gastos previstos se aproximan a los seis millones de soles anuales. Los ingresos no llegan a los cuatro millones. Ese presupuesto no será aprobado por el Congreso. Pero sí lo serán el del bienio siguiente y los sucesivos.

e. Se reabre el Colegio Militar de Bellavista. Esta había sido una de las preocupaciones de Vivanco, como será una de las de Pierola: convertir en ejército disciplinado y profesional a una turba de montoneros e insurgentes, promotores del caos. Cierto es que, en más de una oportunidad, el ejército profesional creado por Pierola se convertirá a su turno, por propia voluntad, en guardia pretoriana o en fuerza de ocupación de su propio país.

f. Para la escuadra, Castilla adquiere la fragata Mercedes y los bergantines Guise y Gamarra, amén de dos goletas y un transporte. El Perú es la primera potencia naval del Pacífico Sur. Una categoría que nunca debió sufrir baja. Cuando un puñado de aventureros peruanos, atraídos por la fiebre del oro, solicita desde California protección a Lima, Castilla despacha el bergantín Gamarra, que permanece durante diez meses en la bahía de San Francisco.

g. Nuestra Chancillería acredita legaciones en Estados Unidos, Inglaterra, Chile, Bolivia y Ecuador. Abre consulados en París y Bruselas.

h. Cuando el general ecuatoriano Juan José Flores prepara una expedición para establecer una monarquía en América del Sur, y colocar, en hipotético trono, a un príncipe de la Casa Borbón, el gobierno de Castilla anuncia enérgicamente que “haré la guerra a los españoles por cuantos medios estén a su alcance, con el objeto de impedir cualquier tentativa que hicieren contra la revolución americana”. A este efecto, se reúne en Lima, el Primer Congreso Americano de Cancilleres, presidido por el canciller peruano José Gregorio Paz Soldán; asisten a él, además, los de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada o Colombia.

i. Como la situación fiscal lo permite, se expiden las leyes para consolidar la deuda interna. Tal es la deuda que el Estado reconoce frente a los particulares perjudicados por las guerras de la independencia y ulteriores revoluciones y guerras civiles. Este tema se trata al estudiar el gobierno de Echenique. Es la famosa Consolidación, que tantos males abría de traer.

j. La ley de 18 de marzo de 1848 autoriza al Poder Ejecutivo a liquidar la deuda externa. Por razón principal de las guerras de la independencia, nuestros acreedores son, Inglaterra, Colombia, Chile, Los Estados Unidos. Bartolomé Herrera, como Rector del Convictorio de San Carlos, difunde las ideas conservadoras. Enfrente del Convictorio Carolino, se alza la tribuna liberal del Colegio Guadalupe, bajo la dirección de Sebastián Lorente. Herrera polemiza en los
periódicos con Benito Lazo. El 4 de marzo de 1839, bajo el segundo gobierno de Gamarra, ya se había fundado el diario “El Comercio”, llamado a vida tan larga. Para la legislatura de 1849, son elegidos diputados Herrera y Pedro Gálvez. El segundo ha sido discípulo del primero en el Convictorio Carolino; pero ya es fervoroso converso de las ideas liberales: Polemizan sobre las elecciones de Obispos y el sufragio de los indígenas. Puede decirse, en suma, que entre 1845 y 1851 el Perú reconoce seis años de paz y progreso. El primer gobierno de Castilla sólo admite parangón en nuestra historia, mutatis mutandi (Cambiando lo que se deba cambiar), con el segundo gobierno de Nicolás de Pierola Villena (1895-99)

Corresponde las que siguen, a las obras y sucesos más importantes de su segundo gobierno:

a. La Convención discute y aprueba la Constitución de 1856. Contra la Constitución autoritaria y presidencialista de 1839, y dentro del movimiento pendular que caracteriza nuestra evolución constitucional, la nueva ley fundamental representa la reacción liberal, orientada hacia el predominio del Congreso.

b. En 1857, el Ecuador se permite ceder a sus acreedores británicos territorios que de acuerdo con la Real Cédula de 1802, pertenecen al Perú. Es un flagrante casus belli. El Congreso autoriza la guerra. Gracias a la abrumadora superioridad naval y terrestre de que el Perú dispone, Castilla la emprende y la libra con extraordinaria facilidad. Bloquea y ocupa Guayaquil el 7 de enero de 1860. No necesita disparar un balazo. El 25 se firma el Tratado de Mapasingue, en el que, esencialmente, el Ecuador reconoce la validez de la Real Cédula de 1802. Castilla se muestra tan generoso que obsequia uniformes, calzado y fusiles al ejército cuatoriano. El Ecuador, en cambio, desaprueba el Tratado, tan pronto como Castilla se marcha. El Gran Mariscal pierde así una gran oportunidad para acabar, de una vez y para siempre, con una cuestión de límites que tanto habría de perturbarnos.

c. El Congreso de 1860, presidido por Bartolomé Herrera, se arroga facultad de Constituyente, entonces, conservadores y liberales se prodigan mutuas concesiones y expiden la Constitución de ese año, llamada del sesenta, la menos precaria y, seguramente la menos violentada de las sucesivas constituciones del Perú.

d. La política internacional de Castilla, en este segundo gobierno, tal como ya ha ocurrido en el primero, se inspira en un profundo sentimiento de la solidaridad americana, y en una conciencia siempre atenta al orgullo de la patria y la dignidad de la nación. Así, alienta a Costa Rica y Nicaragua en su lucha contra el filibustero William Walker; y presta, inclusive auxilio pecuniario además de enviar la flota peruana para hacer desistir de sus propósitos al corsario y lo logra. Envía con estos propósitos a América Central la misión diplomática que preside don Pedro Gálvez. Así, en vista de la ocupación española de Santo Domingo, la cancillería del Rímac, mediante una circular, invita a los países de América a ponerse en concierto contra cualquier tentativa de restauración monárquica. Mediante otras circulares no menos enérgicas, denuncia la aventura imperialista de Napoleón II en México. Nuestro Ministro en la capital de los aztecas, don Manuel Nicolás Corpancho, se muestra de tal modo partidario de Benito Juárez, que es expulsado por el gobierno del infeliz Maximiliano. Así, el Perú afronta con entereza y zanja distintas y difíciles cuestiones con las grandes potencias Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.

e. Por ley de 1857 se crea la provincia litoral de Loreto con capital en Moyobamba. Por decreto de 1861, se da a Loreto rango de departamento fluvial y militar. Castilla ordena la construcción en Inglaterra de vapores fluviales. Llegan entonces los buques Morona, Pastaza, Putumayo y Napo. Se implanta el apostadero de Iquitos.

f. En 1855, se baten las marcas de venta del guano. La caja fiscal goza de holgura. Empiezan entonces los problemas con los consignatarios, que obtienen pingües ganancias. En caso de apuro del Tesoro le adelantan dinero, pero con el interés adelantado. A las alturas de 1860, el Perú exporta, además del guano, salitre procedente de Tarapacá, bórax, plata, lanas. Importa, en cambio, alimentos, ropa, muebles y artículos que ahora se llamarían suntuarios, seda, vinos y licores.

g. Se emprenden numerosas obras públicas. Desde el balcón de Palacio, el 5 de mayo de 1855 Castilla inaugura, en medio del júbilo, el alumbrado a gas. En 1857, empieza a funcionar el teléfono entre Lima y el Callao. Se construye el segundo ferrocarril entre Lima y Chorrillos. En 1862, en el corazón de la capital, empieza a funcionar la Penitenciaría. Se inauguran las estatuas de Colón y de Bolívar. Se autoriza el censo; se levanta la carta geográfica; se sella la correspondencia oficial con estampillas; se reorganiza la Universidad de San marcos; se promulga el Código Penal; etc., etc., etc.

h. La vida intelectual y, en particular, los estudios jurídicos se enriquecen, en 1860, con la aparición de dos libros notabilísimos. Uno de ellos es el Diccionario de la Legislación Peruana de don Francisco García Calderón; el otro es el Tratado de Derecho Civil de Toribio Pacheco. Ambos juristas son arequipeños.

31. General Rufino Echenique Benavente. Presidente de la República (1851/54 1854/55).-

De sus obras, destacan El ferrocarril de Arica y Tacna: se proyecta el de Islay a Arequipa; se construyen aduanas y mejoran muelles en algunos de los puertos más importantes; se elimina el pasaporte interior; se declara el libre tránsito por los puentes; se reforma el reglamento de comercio; se dota a Lima de nuevo mercado; se intenta una política de inmigración europea para reemplazar a la china iniciada en 1846.

Llegaron alemanes y austraicos con destino a la colonia del Pozuzo. Aquellos se instalan sin recibir ayuda del gobierno para su instalación.; se establecen las municipalidades, respecto de las cuales había guardado silencio la Constitución de 1839.

Se prohíbe cobrar derechos judiciales a los indígenas. Se solicita al Congreso la abolición de la trata de esclavos; llegan a Lima las religiosas francesas de los Sagrados Corazones, y adquieren un local en la calle de Belén.

El 28 de julio de 1852 se promulga el Código Civil cuyos autores más conspicuos son Andrés Martínez y Pérez de Tudela. Echenique recibe la fragata Amazonas y las goletas Tumbes y Loa.

La escuadra en época de Echenique contaba con dieciséis unidades. Era la más numerosa de América del Sur.

Por la importancia y trascendencia que revisten, se insertan aquí algunas notas sobre los antecedentes de la batalla de La Palma 2 que puso fin al gobieno de Echenique, (5 de enero de 1855):

1. Toda la guarnición del Sur en poder de Castilla, cunde por eso un ánimo de revolución en el Norte y en Lima.

2. Echenique se concentra en Lima, para controlar el orden y aumentar el ejército.

3. La fragata Mercedes rompe el cable con que la remolcaba el Rímac y, al garete, choca de noche con la roca llamada Negra en Casma y perecen 600 hombres. Se posterga el proyecto de marchar al Sur.

4. Reemplazada la pérdida, Echenique dispone la salida de fuerzas sobre Jauja al mando del general Mendiburu. Espera ponerse más tarde al frente de aquellas fuerzas.

5. El español Sebastián Lorente, director del Colegio Guadalupe, el primer ensayo laico y liberal de la República, fundado por Domingo Elías, influye sobre la juventud contra el gobierno de Echenique.

6. Rumbo a Huancavelica, fuerte de Castilla, Echenique fracasa en la toma del puente de Izcuchaca, defendido por el capitán Mariano Prado Ochoa, jefe de los “Sagrados Invencibles”, de los ataques de Salaverry. Batalla, el 2 de agosto de 1854.

7. Echenique se retira a Huancayo, ocupa un suelo rico en recursos e importancia estratégica, al contrario de su rival que le cupo en suerte la zona pobre, con una caballada famélica, con lo que no le es posible atacar a su adversario mejor establecido. Echenique se propone cerrarle el paso a Castilla que pretende llegar a Lima. Empero, el Gran Mariscal piensa en un desplazamiento por las alturas, amenazando las comunicaciones con Lima y obligando a Echenique a dejar la fértil explanada para luego librar la batalla final en la Capital 3.

8. El 3 de diciembre de 1854, Castilla expide el decreto que proclama la libertad de todos los hombres en la República. Se rompen las cadenas de la esclavitud del negro.

9. San Román, con sus tropas del Sur, se pliega a Castilla.

10. Fracasa la incursión de Echenique por el desfiladero de Huaripampa, regresa sobre sus pasos y pierde un día.

11. Se dirige a Lima sobre el río Yauli, vía Pachachaca.

12. Espera a Castilla en San Mateo.

13. Castilla llega a Morococha.

14. Echenique se propone batir a Castilla en Casapalca.

15. Echenique ya delante de Castilla decide abrir operaciones sobre el Sur, más o menos desguarnecido. En Moquegua se encuentra Domingo Elías. Envía, en consecuencia una fuerza al mando del general Trinidad Morán, un prócer venezolano de la Independencia. Elías le ofrece tenaz resistencia en el Alto del Conde en Moquegua, pero derrotado se ve precisado a refugiarse en Arequipa donde Morán le persigue, pero no puede capturar la ciudad defendida valerosamente por los arequipeños y es vencido. Morán muere fusilado, el 3 de diciembre de 1854.

16. Castilla dueño de Jauja y Cerro de Pasco.

17. Echenique espera a Castilla en la hacienda Trapiche, en Ate, por si llegara por Matucana o sobre el camino de Lurín, procedente de San Damián en el valle de Cieneguilla. Castilla podía ingresar por el Portachuelo y por la Tablada. Echenique se reconcentra de La Molina a Monterrico Chico.

18. Echenique confiesa que ha gastado considerable fortuna en pagar espías para que se le avise la ubicación de Castilla.

19. Castilla tenía expeditas también otras dos rutas, una por San Borja, la otra por San Juan a Miraflores a donde llega finalmente. Echenique al ver la polvareda de las tropas enemigas se apresura a ganarle terreno y se ubica en la huaca Juliana (Collana)

20. Castilla queda protegido por el olivar de Surquillo con grandes paredones y el pueblo con las tapias. Por su izquierda lo resguardaba el estrecho que hace el mar con sus tapiales. Por su derecha era necesario practicar un largo rodeo, dejando descubierta la huaca.

21. Las tropas de ambos bandos pasan en inactividad varios días. El fuego no se rompe.

22. Finalmente Echenique decide un plan: que sus cuatro divisiones, al mando de los generales Pezet, Deustua, Cisneros y Guarda marchen en horas de la noche. Dos divisiones y dos escuadrones circunvalen el olivar de Surquillo y en el alba ataquen por sorpresa por el flanco derecho.

23. Las divisiones 2. y 3. a la misma hora se colocarían tras los paredones del galpón de Surquillo y al oír los fuegos de Pezet atacaría una por el camino real y la otra sobre el pueblo. La 4. quedaría en reserva.

24. A los fuegos de Pezet, rompería también la artillería sobre las piezas del enemigo. Así se preveía un ataque simultáneo por el flanco derecho de Castilla y su frente.

25. El plan era conocido por los cuatro generales, el comandante de la artillería y el general Suárez, prefecto de Lima, quien fue el último en conocerlo. Castilla, sin embargo, estuvo enterado y varió su campamento dando lugar al fiasco de Pezet. Este general, alterado por la variación inesperada de sus objetivos decidió batir solo a Castilla que se encontraba en la hacienda La Palma pero encontró la derrota.

26. Echenique con Deustua y Cisneros acude al tiroteo en medio de la neblina imperante y reconoce al enemigo que entregaba su flanco derecho y decide dar el ataque por ese lado, pero ya Pezet había sido derrotado. Deustua mueve sus tropas, pero estas vuelven caras y huyen. El general Deustua y el coronel Carranza mueren.

27. Echenique frente a la pérdida en toda la línea se dirige con algunos ayudantes a Lima y se asila en la Legación británica protegido por el cónsul Sullivan.

28. Los desmanes en Lima comprenden el saqueo de Palacio y las propiedades de la quinta de la esposa de Echenique, doña Victoria Tristán, hija de don Juan Pío Tristán, quie en su momento, despuñes de la Batalla de Ayacucho, fuera proclamado, por junta de notables, virrey del Perú por haber sido capturado el titular Laserna. Cargo que no aceptó. Habría sido el último virrey.

29. Mas tarde, después de recibir a un delegado de Castilla y las garantías para su retiro se embarca rumbo a los Estados Unidos.
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32. General Miguel Medina. Presidente del Consejo, Encargado del Mando (1854)

33. Mariscal Ramón Castilla Marquesado. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1845/51; 1855/57, 1857/62)

34. General José María Raygada Gallo. Presidente del Consejo de Ministros, Encargado del Mando (1857/58)

35. Doctor Juan Manuel del Mar Raygada. Vicepresidente del Consejo, Encargado del mando (1862/63)

36. Mariscal Miguel San Román Mez. Presidente de la República (1862/63)

37. General Pedro Diez-Canseco Corbacho. Presidente del Consejo. Segundo vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1863; *-; 1865; 1868)

38. General Juan Antonio Pezet Rodríguez. Primer Vicepresidente del Consejo,Encargado del Mando (1863/65)

39. General Mariano Ignacio Prado Ochoa.- Primer Gobierno. Presidente de la República 1865/68; 1876/79) (Huánuco, 18 julio 1826-París, Francia, 1901)

Por lo visto el viaje de Prado en momentos cruciales de la guerra del Salitre aún no termina… 131 años después de su partida sigue la discusión.

El diario El Comercio, el día 19 de diciembre de 1879 en su nota editorial, expresó con relación a este famoso viaje ésta que aquí se glosa:

“ Asombro, por no expresar indignación ha causado en todos los círculos la partida del general Prado, quien con el alba, ocultando los alcances de tan deplorable conducta, en la mañana de ayer y a bordo de una fragata de bandera norteamericana, ha zarpado del puerto de Pisco, con rumbo a Europa. Las circunstancias de este censurable viaje que ha contado con la permisión del congreso no pueden dejar de considerarse en las actuales circunstancias que el país confronta una guerra, un acto de deserción de la primera autoridad nacional. Su condición de militar, además de general en jefe del ejército aliado le obligaban a permanecer al frente de los destinos nacionales y no optar por la dejación de esos sagrados deberes escudándose en el pretexto que su presencia habrá de favorecer los créditos en los Estados Unidos y en Europa, para adquirir las armas necesarias que urge la nación para la consecución de la guerra. Consideramos que para el caso suficiente garantía y solvencia moral la tienen las comisiones Althaus y Canevaro, designadas para atender este servicio y que ya se encuentran operando en esas plazas [...]

” ¡Qué pasó, porqué razón el decano de la prensa nacional se mostró tan molesto e inquisitivo en aquella oportunidad!

Hoja de vida del general Prado, en síntesis
:

1826 18 de julio, Nace en Huánuco, segundo hijo de don Ignacio Prado Marín y de doña Francisca Ochoa Tafur, miembros de una destacada familia criolla de Huánuco.

1837-1845 Estudios de filosofía y matemáticas en Huánuco. En Lima, Convictorio de San Carlos. Interrumpe sus estudios por la muerte de su hermano mayor y se aboca a los asuntos agrícolas de las tierras patrimoniales. 1853 Se traslada a Lima. Cuenta con 27 años de edad.

1854 Capitán de la Guardia Nacional, es apresado el 1 de enero por exponer su crítica de los asuntos hacendarios, especialmente marcados por el pago de la llamada Deuda de la Consolidación, en pleno ejercicio del gobierno de don Rufino Echenique. Es desterrado a Chile el 29 de marzo pero logra desembarcar en Arica y se presenta ante Castilla en Arequipa el 20 de mayo. Promovida la revolución liberal es enviado a Huancavelica, Acobamba, para hostigar a las tropas del gobierno. Sostiene con valor, el 2 de agosto durante 12 horas, el ataque de las fuerzas del gobierno deseosas de pasar el puente de Izcuchaca, Tayacaja, dando tiempo a que los revolucionarios consoliden sus posiciones y aprovechen de esta coyuntura táctica para tomar rumbo a la capital. Por esta acción de armas es ascendido a sargento mayor. Tiene 28 años de edad. Luego se bate en Chongos, Chupaca y Llocllapampa; en Yauli captura parque y caballos a las tropas leales al gobierno, el 19 de octubre, acción que le promueve a teniente coronel. Los ascensos vienen rápido.

1855 El 5 de enero toma parte de la batalla de La Palma que pone fin al gobierno del general Rufino Echenique Benavente (1851-54 1854-55) quien busca asilo en la legación de Estados Unidos. Llamada la Convención Nacional, Prado es elegido diputado por Huánuco.

1856 Se encuentra en le servicio activo al mando del regimiento Lanceros de la Unión. 1857 Contribuye a la reacción de Trujillo contra el movimiento iniciado en Arequipa del general Manuel Ignacio de Vivanco y de esta forma consolida el norte a favor de Castilla. En Lima protesta por la violenta disolución de la Convención Nacional. Castilla lo envía a romper las defensas que había construido Vivanco en Arequipa.

1858 Participa en decidida acción en el asalto a la ciudad de Arequipa, el 6 de marzo, cuyo pueblo había asumido partido por Vivanco; se pelea calle por calle y casa por casa con gran perdida material y humana. Tomada la ciudad del Misti Prado asciende a coronel.

1858-1859 Prefecto de Tacna y Prefecto de Arequipa, al restablecerse la categoría de departamento que le había sido suprimida a la Blanca Ciudad por su rebelión contra el régimen constituido.

1859 Toma de Guayaquil, el 29 de diciembre, por la declaratoria de guerra con la Gran Colombia. Manda el regimiento Lanceros de la Unión.

1862 Termina su acantonamiento en Piura y pasa a Chiclayo.

1863 Prefecto de Tacna.

1864 Prefecto de Arequipa. 1865 Encabeza el movimiento Restaurador para poner fin al gobierno del general José Antonio Pezet y el infame Tratado Vivanco-Pareja. El 25 de junio con el pronunciamiento de Puno adopta el título de Jefe Supremo Provisorio, pero reconoce al general Pedro Diez Canseco sucesor legal del presidente depuesto y coloca a sus órdenes el Ejercito Restaurador en Ayacucho el 24 de junio. El 6 de noviembre ocupa Lima y apoyado por el ejército asume la dictadura el 28 de noviembre. Abre campaña contra la escuadra española en aguas del Pacífico, enviada por la reina Isabel II con la mal disimulada intención de recuperar sus viejas colonias de América Meridional. Promueve con este propósito y suscribe la Cuádruple Alianza con Chile (5 de diciembre), Ecuador (30 enero de 1866) y Bolivia y declara la guerra a España el 14 de enero de 1866.

1866 El 2 de mayo, el pueblo del Callao, sólidamente reforzado por peruanos y extranjeros, expulsa a la escuadra española de aguas del Pacífico después de un nutrido y severo duelo de artillería. Prado ya tenía 40 años de edad.

1867 El 28 de agosto convoca al Congreso Constituyente para dar fin a la dictadura. El 31 de agosto se vota la nueva Constitución y es proclamado Presidente de la República. El 22 de septiembre estalla la revolución en Arequipa y el 6 de diciembre en Chiclayo. Derrotadas sus fuerzas renuncia el mando por presión del Congreso. 1868 Viaja a Chile.

1872 Al asumir el mando el partido civil con Manuel Pardo Barreda, nuestro biografiado retorna y alcanza el grado de general de brigada a los 46 años de edad.

1874 Diputado por el Callao. El presidente Pardo lo envía a Europa para negociar con los tenedores de los bonos de la deuda externa.

1875 El 7 de julio queda restablecido el crédito del país.

1876 El 2 de agosto, por elecciones, asume la presidencia de la república.

1877 Mariano Ignacio Prado tenía en arriendo perpetuo una propiedad de Guillermo Gibson Délano. Esta hacienda llamada Maquehua se encontraba en Arauco, en el río Carampangue en Chile. Prado pagaba 50 centavos por cada tonelada de carbón. Al fallecimiento del propietario, ese año, compra subvaluado el fundo Maquehua a la familia de Guillermo Gibson Délano quien era concuñado y deudor de Agustín Edwards Ossandón político chileno y prominente prestamista “habilitador” de mineros. [1]

1879 El 5 de abril, Chile declara la guerra al Perú. El 18 de diciembre, perdido el Huáscar en Angamos (8 de octubre) e invadida Tarapacá, luego de la toma de Pisagua (11 de noviembre), con anuencia del Congreso de la República, cuya mayoría civilista le es adicta, viaja a Los Estados Unidos en una fragata de ese país, por el puerto de Pisco. Sería portador de un importante caudal producto de erogaciones con el propósito de adquirir pertrechos, en especial una nave de reemplazo del glorioso monitor de Grau. Los datos de esta erogación se habían publicado, día a día, con detalle del erogante, el monto y la especie.

1880 Enterado de lo impopular de su partida lanza una proclama desde Nueva York donde puntualiza las razones de su salida. Depuesto el vicepresidente general Luis La Puerta de Mendoza. Vicepresidente del Consejo, encargado del mando (1879, 1867-68, 1879) por el caudillo Nicolás de Piérola Villena, el nuevo gobierno declara a Prado traidor y le suprime el grado de general y la ciudadanía.

1883 El 20 de octubre se firma, por plenipotenciarios chileno y peruano, en la caleta de Ancón, el tristemente célebre Tratado que lleva el nombre del balneario, mediante el cual se termina la ocupación del Perú y se accede a la cesión de los territorios de Tarapacá hasta Tacna. El Perú no recibe adquisición o pertrecho alguno proveniente del general Prado.

1887 Luego de permanecer en Guayaquil retorna al Perú y poco después es miembro prominente de la empresa de fuerza eléctrica de Lima y posteriormente la Cia. de Tranvías. [2]

1901 A la edad de 75 años fallece en París, Francia. Había estado casado con la dama arequipeña doña Magdalena Ugarteche Gutiérrez de Cossío; y mantuvo compromiso con Casilda Lunares y María Avelina Gutiérrez. Sus tres hijos mayores que tomaron parte activa en el teatro de guerra fallecerían, el capitán Grocio Prado en la batalla de Tacna, Justo Prado, de tuberculosis durante la cruda campaña de la Breña, mientras que Leoncio Prado encontraría gloriosa muerte tras la batalla de Huamachuco al ser fusilado por el ejército chileno a órdenes del coronel Alejandro Gorostiaga; antes de morir escribiría la siguiente carta a su padre: "Huamachuco, julio 15 de 1883. Señor Mariano Ignacio Prado. Colombia. Queridísimo padre: Estoy herido y prisionero; hoy a las a las 8:30 debo ser fusilado por el delito de haber defendido a mi patria. Lo saluda su hijo que no lo olvida. Leoncio Prado" Un movimiento, iniciado en 1945 ha tratado, sin éxito, de limpiar las graves dudas que pesan sobre quien habiendo cosechado triunfos militares, al lado de su protector el benemérito Libertador Mariscal Castilla, dejó el país en momentos difíciles, permitiendo de esa forma que el mando de los ejércitos aliados pasare a manos del presidente de Bolivia, conforme se había estipulado en el Tratado defensivo de 1873; las consecuencias de una derrota y el estigma de un acto de corrupción, jamás probado pero tampoco esclarecido en la jurisdicción de los tribunales.

2010 Hasta la fecha, no se conoce, salvo conjeturas, o la propia comunicación del presidente a un amigo en Lima, según se puede ver de uno de los documentos “inéditos” "hallados" y publicados por Luís Humberto Delgado Coloma. (Guerra entre el Perú y Chile – 1879. De la historia del general Mariano Ignacio Prado con documentos originales e inéditos Lima: Editores Ariel S. A. tercera edición, 1965. pp. 335-336) [3] qué suerte habría corrido el monto del caudal que se le habría confiado. El Perú ha tenido a la vista el caso de una familia que con el tiempo formaría el poderoso Imperio Prado [4] que únicamente declinó con la llegada al poder del general Juan Velasco Alvarado y su frustrada revolución jamás definida ni consolidada. Historiadores de crédito [5] y algunos que merecen cuestionamiento [6] han tratado, en sendas publicaciones, justificar la ausencia en mala hora del general Prado y el hecho, no probado, que jamás habría dispuesto monto alguno procedente de erogaciones o del erario nacional. Sin embargo, la condenación pública siempre dispuesta a juzgar prima facies y con ese objetivismo primitivo no exento de certeza (Vox populi, vox Dei), pesaría sobre estos inteligentes intentos de escritores y periodistas.

Es el clásico juicio de la Historia por hechos jamás ventilados en causa pública. Hay otros tristes ejemplos.

Creditos y notas

Diccionario Enciclopédico del Perú. Tomo II, Alberto Tauro. Edi. Mejía Baca. Lima, 1966

Mazzei de Grazia, Leonardo (2000). Gestiones empresariales de un norteamericano en Concepción en el siglo XIX: Guillermo Gibson Délano. Santiago de Chile: Universidad de Concepción.

[2] [...] Historia de la electricidad en Lima. Internet.

La electricidad llegaría a Lima en la penúltima década del siglo pasado luego de una historia de iluminación en base a hachones de madera untados con grasa, lámparas de aceite, mecheros de kerosene y, a partir de 1857, iluminación a gas. De esto ya hace más de 110 años. Por concesión municipal, el 15 de mayo de 1886 se inauguró el alumbrado público eléctrico que iluminó la Plaza de Armas, los jirones Unión y Carabaya, el puente, la bajada del puente y la Plaza de la Recoleta. La corriente procedía de una planta a vapor de 500 h.p. instalada frente al Parque Neptuno, hoy Paseo de la República. Hacia 1895 se instaló la Empresa Transmisora de Fuerza Eléctrica, con planta en Santa Rosa de la Pampa, en la margen izquierda del Río Rímac. La primera transmisión se efectuó el 6 de agosto a las once de la mañana. Posteriormente, la Sociedad Industrial Santa Catalana absorbió los capitales constitutivos de la Empresa Transmisora y la compañía asumió el nombre de Empresa Eléctrica Santa Rosa bajo la dirección de Mariano Ignacio Prado.
En 1899 había formado la Sociedad de Alumbrado Eléctrico y Fuerza Motriz, con la planta y Piedra Lisa a la margen derecha del río Rímac. En abril de 1900, Santa Rosa se comprometió a la instalación de 4,500 lámparas. Para 1901, el alumbrado comprendía 1800 postes y el servicio particular, 8500 luces. En 1902 su número llegó a 10 mil lámparas destinándose gran parte de la producción hacia Miraflores, Barranco y Chorrillos. En ese mismo año se instaló la Planta Térmica en Lima tambo para el primer ferrocarril eléctrico del Perú, el de Chorrillos inaugurado en 1904. [...]

[3] Aquí el tenor del "descubrimiento" de Luis Humberto Delgado: New York, julio 10 de 1880 Sr. Don Manuel Barinaga. Muy señor mío: Por diferentes conductos he sabido, que Ud. y su compañero don Miguel Iglesias, de secreto en secreto van propalando por todas partes que Piérola tiene documentos que prueban haberme valido yo del Gobierno argentino para que mediase con el de Chile a fin de ajustar la paz. Y que lo hice por consideración al Presidente de Chile, que es mi compadre. Sólo Piérola en su empeño de engañar al pueblo disculpándose conmigo, es capaz de imposturas tan ridículas. Él jamás presentará hechos, ni documentos que obren contra mí, como Director de la Guerra, ni como Presidente de la República. No me he valido de Gobierno alguno para ajustar la paz, ni el Presidente de Chile es mi compadre, ni mi amigo; lejos de eso, en las elecciones para Presidente, mis simpatías manifestadas por la prensa fueron a favor de don Benjamín Vicuña Mackenna. El tal Piérola y sus secuaces dicen también, que después de haberme locupletado con la Hacienda Pública, me traje del Tesoro £ 180,000. Esta suposición es tan ridícula como las demás. Nunca tomé del Tesoro un peso más de mi sueldo, ni especulé con el destino, ni hice con alguien arreglo, combinación o negocio alguno, por el que reportase yo la más mínima utilidad. Faculto a cualquiera que me afronte lo contrario. Como todos pueden tener seguridad de que cuanto Piérola diga o haga decir contra mí, es indebido y calumnioso: que en mi vida pública no he hecho otra cosa que servir a mi Patria con absoluta abnegación y pureza, y en fin, que la habría salvado indispensablemente, sin la fatal revolución que ese desgraciado hizo. No me extraña que por disculparla, recurra a semejantes medios: lo que me extraña es que V. V. de cualquier modo que sea, con inocencia o sin ella, secunden a ese farsante en su ruin intento. ¿Qué dirá V.V. si después de la inculpación que me hace, después de tantos ofrecimientos y bravatas para vencer y acabar con el enemigo, si después de prometer cortarse la mano antes de firmar la paz, resultase firmándola él mismo? ¿Qué dirán todos, si al efecto, se valieron como acostumbra, de una farsa para aparentar que el pueblo le pedía y lo obligaba? Ya lo veremos… Mientras tanto me suscribo a Ud. Atento S. S. MARIANO I. PRADO

[4] Felipe Portocarrero S. "El imperio Prado", 1890-1970

[5] Jorge Basadre, Mariano Paz Soldán y Sir Clementes Markham, consideran estas acusaciones como calumniosas aunque critican el actuar de Prado al decidir ausentarse del país en un momento tan sensible para la opinión publica por muy nobles que fueran sus objetivos.

La defección de Hilarión Daza, presidente de Bolivia, por la cañada de Camarones que dejó sin refuerzos a los aliados en San Francisco (Noviembre de 1879), le costó el mando y pagaría años después esa traición con la vida, a su retorno de Europa a manos de un sicario boliviano en las frías punas de Uyuni, al intentar retornar a su patria de incógnito.

[6] Luis Humberto Delgado Coloma. Historiador y periodista nacido en Sullana 1899. Fallecido en Lima. Empleado del Congreso de la República; de fecunda imaginación y recursos; en 1946, lo designan delegado del Perú ante la UNESCO. Autor de más de veinte obras. Hábil para escribir a solicitud, de ellas para el alcalde don Isaías Garrido Ugarte al conmemorar la provincia de Sullana 25 años de creación política, “El Terruño, historia de Sullana”, con un apéndice sobre la ciudad de Piura (1936). “Fuego y sangre” (novela). “Vida de José Enrique Rodó”. “América trágica”. “Historia Republicana del Perú”. “La obra de Francisco García Calderón”. “Historia de Grau”. “Visión del Cuzco y canto a Lima”. “Poema triunfal”. “El suplicio de Ariel”. “La vida de Víctor Hugo” publicada en El Comercio, mayo de 1935. “Italia en África”. “Símbolo de la muerte”. “Fin de la guerra en África”. “Las guerras del Perú”. “El drama del matrimonio”. “Historia del Senado del Perú 1829 a 1929”. “Ella y yo”. “La cama 19”. “Mi divorcio y mis hijos”. “El hombre de dos caras”. “Vida de Jesucristo”, Guerra entre el Perú y Chile- 1978. De la Historia del General Mariano Ignacio Prado, con documentos auténticos e inéditos producto de una intensa búsqueda a tenor de su prologo; es uno de los demitificadores de Mariano Ignacio Prado.

40. General Luis La Puerta de Mendoza. Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1867/68, 1879)

41. Coronel José Balta Montero. Presidente de la República (1868/72)

42. Coronel Tomás Gutiérrez Rojas. Dictador, (1872)

43. Coronel Manuel Herencia Zevallos. Primer Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1872)

44. Don Manuel Pardo y Lavalle. Presidente de la República (1872/76)

45. Don Manuel Costas. Primer Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando (1874/75)

46. General Mariano Ignacio Prado Ochoa. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1865/68; 1876/79)

47. General Luis La Puerta de Mendoza. Vicepresidente del Consejo, Encargado del mando (1879, 1867/68, 1879)

48. Don Nicolás de Pierola Villena. Primer Gobierno. Presidente de la República (1879/81;1895/99)

49. Doctor Francisco García Calderón Landa. Encargado del Mando Supremo (1881) Nació en Arequipa el 2 de abril de 1834.

Fueron sus padres el Dr. Eduardo García Calderón, Vocal de la Corte Superior de Arequipa y Doña Buenaventura Landa de García Calderón.

Hizo y terminó sus estudios en el Colegio de la Independencia de la misma ciudad, mereciendo en 1847 que, previos los respectivos exámenes, el Rector de dicho colegio, Dr. Valdivia, le nombrara Profesor de Matemáticas y Filosofía. Optó en la Universidad de Arequipa los grados de Bachiller, Licenciado y Doctor en Jurisprudencia. Terminada su práctica reglamentaria, recibiose de Abogado en 1853: por no haber aún llegado a la mayoría requerida por la ley, se le puso como requisito que no ejerciera la profesión hasta la edad de 21 años.

En 1854 el Gobierno lo nombró Catedrático Titular de Derecho. Consagrose desde entonces por entero al estudio de la Legislación patria; y el caudal de ayuntamientos con tal propósito acumulados le sugirió la idea de emprender, sustituyendo al entonces consultado “Diccionario de Legislación y Jurisprudencia” por Escriche, relativo a leyes españolas, una obra nacional de gran aliento que abarcara las que en reemplazo de aquellas habíase dado el Perú desde la fecha de su independencia. Cuando se trasladó a Lima en 1859, llevó casi concluidos los originales del “Diccionario de la Legislación Peruana”, cuya impresión duró tres años. El congreso de 1862, previos muy honrosos informes de conspicuos jurisconsultos de su seno, le otorgó
espontáneamente por ese tan notable trabajo, una medalla de oro con la inscripción: “Honor al Mérito Literario”.

Promulgados los códigos penales en 1863, publicó al año siguiente un “Suplemento”, que se refería a la penalidad y todas las nuevas leyes hasta dicho año. También se dio a conocer en el mundo de las letras, por la introducción que escribió para las “Poesías de Mariano Melgar” publicadas por Don Manuel Moscoso Melgar; en la cual hace un concienzudo y detenido análisis literario y crítico del célebre poeta nacional de los yaravíes, en 1864, fue nombrado Oficial Primero de una de las secciones de la Dirección de Administración de la Secretaría de hacienda, entonces a cargo del ilustre estadista Don Manuel Pardo. Dimitió su empleo a fines del mismo año para consagrarse al ejercicio de su profesión, llegando a ser su bufete, en el transcurso de pocos años, uno de los más reputados y productivos de la capital de la república.

Causas de gran valor fuéronle confiadas por empresas industriales e instituciones de crédito. Figuraron entre sus clientes las más altas personalidades de la política y del capital. Ante la comisión mixta Peruano-americana creada por la Convención del 4 de junio de 1869 para el fallo de las reclamaciones de ciudadanos peruanos y norteamericanos, fue abogado de los Estados unidos. En 1894 (Investigar), para dilucidar la cuestión de límites con el Ecuador, el Gobierno le encomendó la redacción de la contra-exposición que en defensa de los derechos del Perú había de presentarse al real árbitro.

Continuó a la vez, de la cosa pública. En 1867 concurrió en representación de la provincia de su nacimiento al Congreso Constituyente cuya Presidencia le fue confiada. En agosto de 1868, durante la administración del Presidente Balta, aceptó la Carrera de Hacienda que corrió a su cargo hasta diciembre del mismo año. Tomó parte, como Senador por Arequipa en la Legislación de 1876. haciéndose necesario durante la guerra de 1879, con Chile, después del desastre de Tacna, que prestaran su concurso personal los habitantes de Lima en estado de tomar las armas, el conspicuo jurisconsulto se alistó como soldado en el batallón que bajo las órdenes del Vocal Dr. Francisco Javier Mariátegui e instruido por el entonces Coronel Isaac Recabarren, recibió breve instrucción militar en los corredores del Palacio de Justicia.

Fueron infructuosos los esfuerzos, desde el interior, del Dictador Don Nicolás de Pierola para entrar en arreglos con Chile, cuyos personeros desconocieron en absoluto su autoridad; y aún impidieron que se organizara por los prosélitos de la dictadura el Gobierno para el cual se pensó en el Dr. Antonio Arenas. Formáronse entonces en Lima diversas agrupaciones de personas notables, resueltas a definir la situación, poniendo término a la fatal Dictadura, y elevando al poder a otra entidad con quien pudiera entenderse el enemigo. Por fin, los principales grupos consiguieron ponerse de acuerdo; y después de dos días de deliberaciones, en las que tomaron parte representantes de todas las clases sociales, artesanos, capitalistas, literatos,profesores, hombres de estado, etc., acordaron que "había llegado el caso de constituir un Gobierno Provisional, unipersonal, sujeto a la Constitución vigente de 1860; que éste debía convocar un Congreso, quince días después de celebrar un armisticio, y que tendría amplias facultades en materia de hacienda”.

La Junta de notables procedió entonces a elegir al nuevo Presidente de la República, resultando designado por ciento cuatro votos espontáneos, el Dr. Francisco García Calderón, quien, siendo tan extraordinarias las circunstancias, aceptó el cargo en tal forma conferido, porque no sólo era de hombres sino principalmente de lucha, angustias y amargos sacrificios en pro de la salvación de su patria. Se declaró vigente por voluntad popular la Constitución Política de 1860, se convocó al Congreso Extraordinario que había de instalarse en Chorrillos.

Días antes de la instalación del Gobierno Provisional con amplias facultades en materia de hacienda, el General Saavedra, jefe de las fuerzas chilenas, había impuesto la contribución de un millón de pesos, designando nominalmente a cincuenta peruanos vecinos de Lima, para que entregasen, cada uno, dos mil pesos correspondientes a la primera mensualidad, dentro del plazo de ocho días, bajo pena de que, al que no oblara la suma, se le destruiría de pronto, en sus propiedades, un importe cuando menos tres veces mayor, sin perjuicio del apremio corporal 4.

Las personas designadas dejaron vacías sus casas, resignadas a que las arrasara el enemigo; y fugaron o se escondieron. El Presidente se propuso salvar a la ciudad de los horrores de la demolición, y después de agotar sus esfuerzos en defensa del derecho y de la humanidad, asumió como gobierno la responsabilidad del millón. Entregó 200,000 pesos, con cargo de abonar el resto en cortos plazos; para lo cual ocurrió a la emisión de billetes fiscales y a un empréstito, contratado en su mayor parte con extranjeros residentes en el país.

Expresando el Plenipotenciario don Joaquín Godoy los deseos de Chile para celebrar la paz, se le respondió que tal era el propósito del gobierno, cuyo Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Gálvez, estaba expedito para conferenciar. Aquél manifestó entonces que el Dr. García Calderón debía negociar personalmente, como lo había hecho Thiers y a fin de allanar dificultades, el Presidente accedió, exigiendo que a las conferencias asistiera su referido Ministro de Relaciones Exteriores.

En la primera entrevista, el diplomático chileno planteó las bases fundamentales del tratado propuesto: cesión territorial desde la quebrada de Camarones al sur hasta, pago de millones por gastos de guerra, y varias garantías. El Dr. García Calderón expuso que estando a reunirse el Congreso ya convocado, y a pesar de creer que llegaría a algún acuerdo, no podía dar respuesta alguna antes de conocer su resolución.

No convenía, en efecto, al Presidente Provisional contraer compromiso alguno, porque, aunque apreciando la urgencia de la paz, no había de asumir las responsabilidades de su negociación sin agotar, en defensa de la república, los últimos recursos de la diplomacia y proceder de acuerdo con el Poder Legislativo. Recordaba que después del fracaso de las conferencias de Arica, había expuesto el Ministro de Relaciones Exteriores chileno,

Don Melquíades Valderrama, en circular de 10 de noviembre de 1880 a las cancillerías, que no se proponía conquistar sino indemnizarse de los gastos de la guerra. Por esa y otras causas, los primeros esfuerzos del nuevo mandatario peruano tuvieron por objeto la consecución de fondos, por lo cual emitió billetes, y celebró contrato con el Credit Industriel de París, ratificado, por conducto del comisionado extraordinario, Dr. Francisco Rosas que entre éste y el Ministro de Francia Don Juan M. Goyeneche habían acordado durante la administración del General Prado, y que nos se cumplió por haberlo desaprobado el Dictador Don Nicolás de Pierola.

Este contrato permitía al Gobierno Provisional, mediante la venta y garantía del guano y salitre, el servicio íntegro de la Deuda Externa y el pago de una indemnización de ochenta millones en diecisiete anualidades. Por otra parte, conferenció sucesivamente con los plenipotenciarios de la República Argentina y de los Estados Unidos de norte América señores José E. Uriburu e Isaac P. Christiancy. Declaró el primero que el Gobierno de Buenos Aires no intervendría en la contienda.

El segundo solicitó datos minuciosos sobre los verdaderos propósitos del Gobierno Provisional, la situación del país, sus recursos así bélicos como pecuniarios; y luego ofreció escribir alGobierno de Washington expresando que, en su concepto, auxiliaría al Perú en la conservación de su integridad territorial, siempre que a esta república le fuese posible el pago de la indemnización. El Dr. García Calderón impartió entonces instrucciones al Dr. J. Federico Elmore, a quien posteriormente fue confiada la Legación, a fin de que, con el carácter de agente confidencial, gestionase en los estados Unidos de Norte América. A la vez, se dirigió para que nombrase Plenipotenciario en las negociaciones de paz que debían celebrarse en Lima, al Gobierno de Bolivia cuya Cancillería respondió que no podría designarlos, mientras que se desvaneciera la incertidumbre sobre el verdadero representante de la autoridad.

Obtuvo que lo reconocieran, como ya lo había obtenido de los estados Unidos de Norte América, los gobiernos de Costa Rica, Uruguay, Suiza y Dinamarca; y garantizó la corriente de simpatías que fortaleciéndose cada vez más, debía en breve producir su reconocimiento por las demás naciones. Independientemente de las necesidades de orden internacional, atendía a la organización interna.

El congreso se instaló el 10 de junio de 1881 en la Escuela de Clases que en la villa de Chorrillos no fue devorada por el incendio, como casi todas las demás construcciones reducidas a escombros, por que sirvió de Hospital para los heridos chilenos. Concurrieron los representantes de la última Legislatura, anterior al régimen dictatorial, reemplazándose a los ausentes por elección de sus comprovincianos residentes en Lima.

El Jefe de Estado, en su mensaje, habló sobre la conveniencia de poner término al estado bélico en condiciones honrosas para la nación, y aconsejó que un pensamiento de concordia y fraternidad se sobrepusiera a las desavenencias intestinas. Fueron muy ardientes en el seno del Congreso los debates sobre las bases posibles de paz, a causa de la lucha entre los arranques del sentimiento y la serena argumentación del patriotismo reflexivo, para salvar al país de la situación angustiosa en que se hallaba.

En resumen, los congresistas ratificaron la elección del Presidente a favor del Dr. García Calderón y lo autorizaron, en sesión secreta, para que negociara la paz conforme a la Constitución de 1860, es decir sin desmembramiento. En estas circunstancias recibió el Dr. García Calderón aviso por cable de que los Estados Unidos de Norte América no permitiría la conquista que Chile pretendía implantar en Bolivia y en el Perú, y que dentro de poco llegaría con precisas instrucciones un Plenipotenciario de Washington.

La política de los Estados Unidos se inició “tajante”, según la expresión de un diplomático chileno. Su misión dio margen al aumento de la escuadra norteamericana en el Pacífico, el proyecto de una demostración de fuerza; y cuando el señor Grevy, Presidente de la República francesa, emitió el pensamiento de una acción concordada con Francia y Gran Bretaña para poner término a la guerra tripartita, la Chancillería norteamericana declinó la indicación, con el propósito de proceder sola y eficazmente. A no haber cambiado esa política después del asesinato de Garfield, cuando se hizo cargo Mr. Frelinghuysen de la Chancillería, el triunfo del Dr. García Calderón habría sido breve y completo.

No podía ocultarse al Presidente peruano que lo amenazaba un peligro inminente y se urdía un golpe de fuerza contra su Gobierno. Por tal causa mandó citar al Congreso, sigilosamente, en su propia casa de Lima. Arrostrando la vigilancia chilena, que por fortuna quedó burlada, acudieron casi todos los Senadores y Diputados; y abierta esa sesión conmovedora, mustios los semblantes, en el silencio precursor de los grandes acontecimientos que sólo interrumpía el paso acompasado a lo lejos de las patrullas enemigas, el Dr. García Calderón habló con acento firme y tranquilo.

Rememoró los últimos sucesos y sus esperanzas en pro de la patria, declaró que estaba resignado al sacrificio individual, pero que la desaparición de un hombre no influía sobre los principios de que había sido personero; expuso que siendo necesario para la salvación de la República el Gobierno Provisional, que tanto había conseguido a punto de desconcertar a Chile, convenía como medida previsora la elección de un Vicepresidente, que oportunamente continuase la obra; y recomendó para tal cargo, por la alta clase que investía y por dominar con sus armas una vasta sección territorial, al Contralmirante Lizardo Montero. Este último fue entonces elegido Vice Presidente de la República; y la Asamblea se disolvió silenciosamente, preparados los ánimos para la crisis que en breve había de estallar.

En cuanto al Dr. García Calderón, después de ese testamento que frustraba las hostilidades contra su política salvadora, exponiendo su persona a la saña del enemigo esperó, resuelto a todo, el desarrollo de los acontecimientos.

El 5 de septiembre, fueron desarmados los pocos gendarmes residentes en la zona neutral de Magdalena; y al protestar el Gobierno Provisional, por cuanto este acto infractorio de los pe-existentes acuerdos pudiera importar ruptura, repuso el General en Jefe del ejército de ocupación, don Patricio Lynch, que aquél hecho puramente militar no importaba cambio en las relaciones establecidas ni debía interrumpir negociaciones pendientes.

El 26, el mismo jefe mandó tomar posesión de la Caja Fiscal y embargar los fondos del Gobierno en el Banco de Londres. Dos días después, ordenó por bando la suspensión del ejercicio de toda autoridad que no estuviera establecida por le cuartel general; y así lo participó en carta particular al Dr. García Calderón. Este último repuso, en igual forma privada, demostrando que había el Gobierno de Chile reconocido su autoridad; protestando contra el bando que declaraba fenecida como si se tratara de la cesación de una dependencia chilena. Declaró, además, que nunca en verdad consentiría en una cesión territorial como lo había creído el enemigo, porque no podía ni debía firmar un tratado que con el nombre de paz legara la guerra perpetua ambas repúblicas; y que continuaría cumpliendo los deberes de su alto cargo sin temor a las posteriores emergencias.

Fundándose entonces en que el Dr. García Calderón había continuado ejerciendo actos de gobierno, el contralmirante Lynch ordenó su aprehensión, así como la del Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Manuel M. Gálvez; y la mañana del 6 de noviembre, ambos funcionarios fueron embarcados en el Almirante Cochrane, el cual los condujo a Pisco, en donde se les trasbordó al Chile que los llevó a Valparaíso.

Acompañó al Jefe del Estado peruano su Edecán, el Comandante Pedro Gárezon. Antes de zarpar el blindado del Callao, vio al Presidente su Secretario doctor Mariano N. Valcárcel, quien le llevó a bordo para la firma el decreto sobre transmisión del mando y comunicaciones para el Contralmirante Montero, el Coronel La Torre, y el Coronel Cáceres a quien recomendaba el reconocimiento del Gobierno Provisional; documentos que de antemano habían concertado, así como su proclama a la República. “Esta medida violenta, dijo, ha sido dictada contra mí por la energía con que he defendido la integridad del territorio y la soberanía de la nación. Siendo víctima de tan noble causa, voy al extranjero con la satisfacción del deber cumplido, y llevo la convicción profunda de que la obra comenzada por mí llegará a término feliz por acción del señor Vice Presidente, Contralmirante Lizardo Montero, quien, por el hecho de mi prisión, queda encargado del mando. En este momento supremo, es deber mío dirigiros la palabra antes de partir; y al hacerlo, me es grato deciros que hoy tengo más fe que nunca en los destinos del Perú. Para llegar al fin apetecido, sólo se necesita la unión de la familia peruana. Tened presente que la anarquía ha paralizado mi acción por largo tiempo; y que apenas se ha unificado la opinión, la República se ha presentado grande y se ha hecho respetable. Que esta experiencia os sirva de ejemplo en lo futuro. Robusteced con vuestra unión la autoridad del Vicepresidente, y no olvidéis jamás que en la unión está la fuerza; y que sólo es libre el pueblo que quiere y sabe serlo”.

Apresurose a seguir al proscrito su joven compañera, doña Carmen Rey y Basadre, quien se había desposado en meses anteriores para compartir, discreta y abnegada, las amarguras del destierro y peligros de la lucha en ese hogar, santuario de cariño y virtud, del que veinte años más tarde, siempre afable y por todos bendecida, la arrancó en el seno ya de la patria, la cruel mano de la muerte.

Uno de los medios empleados por el Gobierno de Chile para arredrar al Actor García Calderón, procurando así someterlo a sus exigencias, consistió en la iniciación contra ese lato funcionario, de un juicio criminal por el supuesto delito de emisión fraudulenta de billetes fiscales. El Gobierno Provisional levantó un empréstito y emitió en efecto billetes fiscales con conocimiento de l as autoridades chilenas, que aceptaron dichos billetes y los pusieron en circulación, como pago en parte del exigido millón mensual, cuya falta de entrega habría dado margen a la destrucción de los mejores edificios y casas de Lima.

El doctor García Calderón, se negó con firmeza a aceptar tal enjuiciamiento, fundándose: 1º en que la emisión de billetes fue acto administrativo que no constituye delito; 2º en que aún cuando lo constituyere, no podría ser juzgado, por su calidad de Presidente, sino por la Corte Suprema del Perú, previa acusación de las cámaras legislativas. Ese proceso, siempre interrumpido, para removerlo en los distintos puntos de la residencia del prisionero, cada vez que en las peripecias típicas de las negociaciones posteriores se pretendía ejercer presión, tuvo al fin un desenlace.

Declaró la Corte Suprema de Chile que carecía de jurisdicción para entender en la causa. No resolvió ese tribunal sobre el otro punto relativo a la no existencia del delito, porque de él se desistió, sin conocimiento del doctor García Calderón, su abogado don Ambrosio Montt, quien en seguida le cobró 2,000 pesos de honorarios.

No fue ese insultante proceso el menor de los vejámenes que hubo pacientemente de tolerar el prisionero, a quien, por otra parte, se obligó a frecuentes y caprichosos cambios de domicilio, ya en Quillota, ya en Rancahua, ya en otras localidades, siempre observado con ostensión irritante, y muchas veces expuesto a las iras de un soez populacho instigado por las autoridades e insultos de la desbordada prensa chilena. En agosto de 1882, a mérito de los buenos oficios en Santiago de don Adolfo Ibáñez y don José Francisco Vergara, el Presidente prisionero propuso bases de tregua al canciller chileno don Luis Aldunate, quien las discutió y luego dejó pendiente la negociación, para cuando acabaran las interpelaciones a que por entonces se hallaba sujeto el Ministerio.

En los primeros días del siguiente mes, presentó don Cornelino A. Logan sus credenciales de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en Chile; y por haberse alojado en el mismo hotel en que tenía residencia obligatoria el doctor García Calderón, hízole éste una visita de cortesía. En ella el agente diplomático le pidió una conferencia exponiéndole que su misión tenía por objeto especial poner término a la guerra del Pacífico, mediante los oficios de su Gobierno.

Reunidos pocos días después, el funcionario norteameriocano manifestó al peruano que según sus instrucciones debía tratar con el Vicepresidente Contralmirante Montero. Pero para llevar al Perú a la paz lo más pronto posible, era mejor entenderse con él; por lo cual le proponía que aceptara su mediación.

Contestó el Presidente que por su condición de prisionero, carecía de libertad para negociar; que el Gobierno de Arequipa podía tener a mal que sin previo aviso asumiera tal gestión; y que sólo le sería dable ofrecer un proyecto. Reconociendo que el pacto ad referéndum sólo sería tratado cuando lo aprobase el Perú, después de obtenida la libertad de su primer mandatario, repuso Logan que al formalizarse las negociaciones, pediría las garantías necesarias para que no se le molestara mientras durase la mediación; que daría al Gobierno de Arequipa las explicaciones necesarias, e insinuó la necesidad de vencer toda resistencia, agregado que la Cancillería de Washington deseaba que Chile modificara sus condiciones por considerarlas exorbitantes, y que en caso de no conseguirlo regresaría a los Estados Unidos, dando por terminada su misión. Ante la perspectiva de una discusión seria y eficaz, decidiose el Presidente a aceptar los buenos oficios, conviniendo previamente en que sólo se daría forma oficial a las conferencias cuando se llegase a un definitivo resultado.

Comenzó encareciendo que antes de discutir bases, se llevase adelante la comenzada negociación sobre tregua; por la cual se le comunicó al día siguiente que Chile la rechazaba en lo absoluto. Manifestó entonces, que exigiéndose como base una cesión territorial, necesitaría que se le permitiera ir al Perú en corto tiempo, a fin de conocer de cerca la opinión del país, o que se le diera plazo para escribir y obtener respuesta. Por tratarse de un pacto ad referéndum, y ser preciso llegar pronto a una solución bajo la responsabilidad del negociador, la respuesta fue negativa; y como medio de fácil indagación, propuso Logan que fueran ambos a Angol en donde se hallaban los prisioneros peruanos que un mes antes habían sido traídos del Perú, y cuya influencia convencería al país de que se había hecho cuanto era racionalmente posible.

Estaban en efecto confinado en esa ciudad 5 don Manuel Candamo, don Carlos M. Elías, don Juan I. Elguera, don Pedro Correa y Santiago, don José A. De Lavalle, el General Manuel G. de La Cotera, los doctores José M. Químper, Emilio Forero, Ramón Ribeyro, José A. García y García, etc. (Averiguar el resto) El doctor García Calderón y el mediador se trasladaron a Angol el 14 de septiembre e inmediatamente pidió el último que los prisioneros que fueron a recibirlos, discutieran las proposiciones de paz que les sometió en una minuta escrita de su puño y letra; ofrecieron que el otro día emitirían opinión, después de conferenciar con el Presidente.

Manifestando a este funcionario su extrañeza porque Logan no sólo aconsejaba, sino que exigía la cesión cuando, según los informes de Lima, debía evitarla, el doctor García Calderón les expuso que había adquirido de tiempo atrás la presunción de que nos e llegaría a la paz sin sacrificio de territorio; que a su juicio debía hacerse el de Tarapacá, exigiendo a Chile que reconociese las hipótesis a que estaba afectos el salitre y el guano; y negarse a toda estipulación acerca de Arica y Tacna en posesión del Perú, sin ninguna condición. De regreso a Santiago, el doctor García Calderón entregó al mediador un memorándum razonado, consignando las bases de discusión que, con sus amigos de Angol, estaba dispuesto a aceptar.

En la primera parte de ese documento, demostraba que a mérito de contratos hechos sobre salitre y guano, tenía el Perú fondos suficientes para el servicio permanente de sus deudas hasta su extinción, quedando cada año un sobrante de un millón cien mil libras esterlinas que podía aplicar a una indemnización de guerra. En la segunda, exponía que, si para llegar a la paz era necesario ceder Tarapacá y el guano, los cedería siempre que hiciera Chile el servicio de deudas determinadas del Perú.

Y en la última, declaraba que con respecto a Tacna y Arica no podía aceptar estipulaciones de ninguna clase, ya fuese de venta, ya de ocupación militar, por lo cual exigía la devolución de ese territorio. Cuando el memorándum sea conocido del público, dijo Logan al Presidente, tendrá Ud. Derecho a la eterna gratitud del Perú, por haber defendido tan bien sus intereses.

Comenzaron entonces las múltiples conferencias, en las cuales el agente norteamericano, a más de sus razonamientos, empleó como medida de persuasión la amenaza a nombre de Chile de enviar al Presidente a Angol, de destruir su gobierno y confiscar sus bienes propios, y las seguridades de que Bolivia iba a hacer la paz rompiendo la alianza con el Perú, respondiendo siempre el Presidente que las amenazas no producían efecto en su ánimo, y que estaba seguro de la lealtad del Gobierno boliviano a mérito de las informaciones del Plenipotenciario del Perú en La Paz, doctor Manuel M. del Valle. Por pedido del mismo Logan, ocurrió a dichas entrevistas el prisionero peruano, doctor José A. García y García. Insistiendo el doctor García Calderón durante muchos días de infructuosas discusiones, en que no consentiría en la cesión de Tarapacá, mientras no tuviera seguridades sobre el pago de las deudas, Logan le participó al fin que en una conferencia con el Ministro de Relaciones Exteriores se habían puesto de acuerdo sobre que Chile no podía menos de reconocer las referidas deudas garantizadas con el salitre y el guano.

Insistiendo, asimismo, el doctor García Calderón en que no consentiría en la venta de Tacna y Arica por ser dañosa al Perú, Bolivia y Chile como causa de paz armada, propuso Logan que fuera dicha venta sometida al arbitraje de los Estados Unidos, a lo cual se resignó el negociador peruano con la esperanza de que en discusión ulterior ante el árbitro, esa cuestión se arreglaría teniendo en mira ante todo la tranquilidad futura y duradera en las costas del Pacífico. Salía Logan del departamento del doctor García Calderón en el hotel en donde le acababa de participar que puesto este último acuerdo en conocimiento del Ministerio de relaciones Exteriores de Chile, había éste pedido tiempo para consultar, cuando se presento un oficial de inferior graduación e intimidó al Presidente que se trasladara a Angol al día siguiente a las nueve de la mañana y permaneciera al lado de sus compatriotas detenidos en ese lugar.

Rechazada la forma verbal de la intimidación, la reprodujo poco, después el Comandante General de Armas de santiago; y luego quedó la orden sin efecto, a consecuencia de la reclamación espontánea del mediador.

Continuando las conferencias y siendo indispensable, a pesar de tan significativo incidente, la respuesta expresa de Santiago, el doctor García Calderón pidió el 7 de octubre que se le dejara dos días de reposo para ocuparse de su correspondencia. Pero a las 24 horas, presentose otra vez Logan acompañado del doctor García y García para trasmitirle como signo un ultimátum de aquel Gobierno. “Chile acepta la cesión de Tarapacá y del guano con la obligación de hacer arreglo con los acreedores que tengan hipoteca sobre el guano y salitre".

Consiente que se someta a arbitraje la cuestión de Tacna y Arica siempre que el árbitro no sea el mandatario de ninguna nación, y para el caso de que le sea desfavorable el laudo arbitral, pide la ocupación militar de esas provincias por quince años. Concede 48 horas para la respuesta, siendo ésta la última oportunidad que ofrece a usted para tratar de paz, y si usted no acepta, está dispuesto a llevar a tal extremo las medidas de rigor contra la ciudad de Lima, que de ellas resultará poco menos que la destrucción de esa capital”.

Repuesto de su indignación y ofreciendo meditar con calma, el Presidente pidió constancia del memorándum, preguntó si el plazo de ocupación no podía reducirse a menos. La respuesta, al día siguiente, sobre el segundo punto fue negativa. El 11 de octubre, resuelto ya al sacrificio, el Presidente declaró que aceptaba las exigencias para el tratado ad referéndum; por lo cual el mediador le entregó una minuta pidiéndole que redactase el respectivo protocolo que lleva la antes mencionada fecha. Después, expuso el mediador, que Chile aunque reconocía la obligación de las deudas hipotecarias que gravaban el salitre y el guano, no daría en ninguna forma el reconocimiento escrito que debía dejarse a buena fe; y que en cuanto a Tacna y Arica, declinaba todo arbitraje y exigía la venta inmediata de ambas provincias. Surgieron además nuevas dificultades porque el Gobierno pretendía que el doctor García Calderón no se trasladara a Arequipa, para continuar las negociaciones, sino a la capital.

Negociando en Lima, decía el prisionero, bajo la presión de las bayonetas chilenas, se creería que las condiciones de paz habían sido impuestas por la fuerza o la intimidación; y por el contrario tratando en Arequipa con plena y absoluta libertad, al frente del ejército peruano y ante sus compatriotas y amigos políticos, el pacto sería fruto de una deliberación libre y lo aceptaría el Perú.

Tenaz Chile en todas sus pretensiones y especialmente en que el Gobierno Provisional se constituyera en Lima, el doctor García Calderón exigió que se llevara adelante el ultimátum aceptado; y mantuvo su exigencia con firmeza en las posteriores entrevistas que se prolongaron hasta enero de 1883, en cuya fecha, cansado de las amenazas y contradicciones de Logan, declaró a este que quedaba separado de toda intervención en las negociaciones de paz y encargó al prisionero peruano José M. Químper, para que así lo participara al Gobierno de la Moneda.

En noviembre de 1882, se había en efecto permitido al referido doctor Químper, que fuera a Santiago. En su conferencia, del 20 del mismo enero con el Presidente santa maría, pidiole éste que el doctor García Calderón aceptase de nuevo la intervención de Logan; y por ser negativa la respuesta, el referido doctor Químper, continuando las negociaciones de acuerdo con el Presidente cautivo, insistió en que a este funcionario se le diera la libertad para ir a Arequipa a fin de asumir el Poder Ejecutivo, convocar al Congreso y plantearle las bases de paz. Mientras tanto el gobierno chileno trataba simultáneamente con el Coronel Iglesias de quien fue representante en Santiago otro prisionero peruano, don José A. Lavalle, el cual volvió libre al Perú para poner término a la negociación. Frustradas en efecto, las esperanzas de Chile en el Gobierno Provisional cuya creación facilitara por creer que se doblegaba ante sus exigencias, solicitó otro caudillo en cuyo favor no dio paso alguno ostensible para evitar otro fracaso, sino después de lanzado el manifiesto de Montán el 31 de agosto de 1882 al que luego siguió el documento explícito de compromiso suscrito en Cajamarca el 1º de mayo de 1883. Transmitida por cable la noticia de tal allanamiento, Logan la participó al doctor García Calderón, entonces residente en Valparaíso; y le ofreció por órgano de don Antonio Ibáñez que en caso de aceptar las bases de paz impuestas al Coronel Iglesias, celebrarían el tratado con él. Respondió indignado el prisionero: “He dicho mil veces al señor Logan que estoy dispuesto a tratar la paz en las condiciones razonables que ya conoce. Si ha de venir para hablarme de ellas, estoy dispuesto a recibirle; pero si su objeto es decirme que acepte la subasta del Perú, en concurrencia con Iglesias, y que él me garantiza la preferencia por el tanto, no podré oír serenamente sus propuestas”.

Firmado en Ancón el pacto de la paz, el 20 de octubre de 1883, e instalado inmediatamente en Lima el Gobierno del Coronel Iglesias, el de Chile dejó en libertad a los prisioneros peruanos, exceptuando sólo al doctor García Calderón cuyo cautiverio se prolongó hasta mayo de 1884, y aún entonces se le impuso como condición que de por de pronto no volviese al Perú. Dirigiose por tal causa a Buenos Aires, en donde publicó la historia de sus negociaciones en Chile, con el título de “Mediación de los Estados Unidos de Norte América en la Guerra del Pacífico”.

Fue luego a Europa, recibiendo en todas partes manifestaciones de simpatía. Concurrió en Madrid, como miembro correspondiente de la Real Academia Española, a la recepción de P. Amir de la Compañía de Jesús, mereciendo que el Presidente Conde de Cheste le señalara el asiento de preferencia. El doctor García Calderón regresó al Perú en junio de 1886.

Una compacta multitud de todas las clases sociales lo recibió en el Callao; la formaban las autoridades, jefes y oficiales de mar y tierra, muchas personas distinguidas el Poder Judicial, del Congreso, de la Universidad, de los Consejos Provinciales, del Clero, artesano, etc. (revisar los periódicos de ese día) La ovación duró hasta su domicilio en Lima, del cual cinco años antes lo extrajera la saña chilena que no consiguió vencer su entereza. Poco después le fue ofrecido en la
Exposición por sus numerosos amigos políticos, un suntuoso banquete de 500 cubiertos. En ese mismo año concurrió al Congreso, en el cual continuó figurando en las literaturas posteriores, como senador por Arequipa y luego por Puno. En la de 1887, fue Presidente del Senado.

Habiendo autorizado la Real Academia Española la creación en Lima de un cuerpo literario compuesto de doce individuos, a fin de que sumados los esfuerzos de estos, fuesen más eficaces en pro de la unidad del idioma, se instalaran solemnemente el 30 de agosto de 1887 en el Salón de Actuaciones de la Universidad, la Academia correspondiente del Perú.

Elegido el doctor García Calderón, Director del nuevo Instituto, pronunció el discurso inaugural en esa sesión que fue un acontecimiento en la historia de las letras; (solicitarlo) y a la cual concurrieron, a más de los académicos, don Ricardo Palma, don Pedro Paz Soldán y Unánue, don José A. Lavalle, don Eugenio Larrabure y Unánue, Monseñor doctor José A. Roca, Monseñor doctor Manuel Tovar, don Luis R. Cisneros, don Ricardo Rossel, don César Goicoechea y don Emilio Gutiérrez de Quintanilla, el Presidente de la República, los Ministros de Estado, el Plenipotenciario de España, don Emilio de Ojeda, los miembros de la Corte Suprema, el Congreso, etc. Los catedráticos de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, lo eligieron Rector para el cuatrienio de 1887 a 1891, lo volvieron a elegir para el de 1895 a 1899 y lo reeligieron de nuevo para el de 1899 a 1903 y también para el de 1903 a 1907.

Ha prestado, en efecto, grandes servicios a esa corporación, emprendiendo y terminando valiosas refacciones en el local de San Carlos, donde funcionaban las facultades de Jurisprudencia, Letras, Ciencias, Ciencias Políticas y Administrativas y continuando desde el tomo XIV en que lo dejó el doctor Juan A. Ribeyro, la publicación de los Anales Universitarios. Aclamado, puesto al frente de las instituciones más conspicuas, ungido por el heroísmo civil de su tenaz pugna patriótica tanto en Lima como durante su cautiverio, el doctor García Calderón a quien además realza su competencia administrativa, fue en la época de su regreso, el espontáneo candidato popular para la Presidencia de la República. Pero en julio de 1886, recién comenzaba el período presidencial del General Cáceres.

Y durante el intervalo por transcurrir hasta la siguiente campaña eleccionaria, era imposible que se mantuviese el entusiasmo en el pueblo de suyo impresionable, incapaz de largas expectativas, versátil cuando no indiferente, partidario más de la persona que de los principios, y débil por consiguiente para resistir a la acción minadora de los pretendientes activos. Recto, sin embozos ni contemporizaciones, y a veces en diminuta minoría o solo contra la corriente, el doctor García Calderón perdió en el ejercicio de los puestos públicos a muchos de los amigos a quienes no le permitió su conciencia complacer. Escaso de ambición, ni siquiera organizó como partido el selecto grupo que se reunió a la sombra de su prestigioso nombre.

Cuando llegó la oportunidad de elegir a un candidato cuya administración pusiera término a la extensa lista de los presidentes militares, constituyéndose con tal objeto en asambleas las agrupaciones adictas al doctor García Calderón, el doctor Rosas y el Coronel Canevaro y comprometiéndose todos a auxiliar al que entre ellos designase la mayoría de la dicha Asamblea reunida en el teatro de la Exposición (cuyo propósito hizo fracasar el desorden provocado por algunos de los concurrentes), el ex Presidente hizo gala de desprendimiento invitando a los suyos para que votaran, como votó él, leyendo en voz alta en el escenario en el cual funcionaba la mesa receptora, su propia cédula a favor del doctor Francisco Rosa. Sabido es que de la lucha entre este estadista, don Nicolás de Pierola y el Coronel don Remigio Morales Bermúdez, el último obtuvo el triunfo y se hizo cargo del mando en 1890. en su larga vida pública, el doctor García Calderón ha desempeñado muchos otros puestos ad honorem, como los de Decano en 1874, 1875 y 1876 del Ilustre Colegio de Abogados miembro de la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores, de la Beneficencia de Lima, del Concejo Provincial, del Consejo Gubernativo, de la Junta Electoral Nacional, de la que fue Presidente.

También tuvo a su cargo la Presidencia del Club Literario, que después tomó el nombre de Ateneo de Lima. Ostenta entre otros títulos, a más del de Miembro Correspondiente de la Real Academia Española que se le confirió en 1879, los de Honorario del Instituto Histórico y Geográfico del Brasil, Socio Correspondiente de al Orden de Abogados Brasileño, etc. El Comercio de Lima, edición de la mañana del 23 de septiembre de 1905, sin firma, pero organizado y redactado por el ilustre periodista don José Antonio Miro Quesada, anunciaba:

“Pocos minutos antes de las doce de la noche de ayer, dejó de existir el Dr. Francisco García Calderón, de cuya enfermedad hemos dado diariamente, cuenta a nuestros lectores. El señor García Calderón, ha lanzado su último suspiro rodeado de su familia, con excepción de uno de sus hijos, en viaje de regreso de Chile; su entrada a la muerte ha sido dulce y tranquila, sin estertores, sin sufrimientos, como siempre deben morir los justos y los buenos. Se hallaban en la casa del Dr., a esa hora, y además de los miembros inmediatos de su familia, las siguientes personas: señores: Manuel García Calderón, Luis Rey, Dr. M. B. Pérez, Dr. Carlos Zavala y Loayza, Dr. Ricardo Aranda, Dr. Eduardo Recabarren, Dr. M. A. Araníbar, y alguno otro más, cuyo nombre se nos escapa".

Asistió al ilustre enfermo, en sus últimos instantes, el Dr. Mora. El Dr. García Calderón era en nuestro presente de pobreza intelectual, un rayo de luz y de ingenio del pasado. El Perú pierde, pues, a un hombre que supo darle esplendor y renombre, y luchó en el campo del derecho y de la ciencia, por la integridad del territorio nacional, tal vez con más provecho que los que lo hicieron en el campo de batalla.

La república le debe un tributo de gratitud 6.

50. Contralmirante Lizardo Montero Flores. Encargado del Mando de Arequipa (1881/83)

51. General Manuel Iglesias Pino. Presidente de la República (1883/86)

52. Doctor Antonio Arenas Merino. Presidente de la Junta de Gobierno, Encargado del Mando (1885/86)

53. General Andrés Avelino Cáceres Dorregaray. 1. y 2. Gobiernos. Presidente de la República (1886/90; 1894/95)

54. General Remigio Morales Bermúdez. Presidente de la República (1890/1894)

55. General Justiniano Borgoño Castañeda. Segundo Vicepresidente, Encargado del Mando (1894)

56. Don Manuel Candamo Iriarte. Presidente de la República (1895, 1903/1904)

57. Don Nicolás de Pierola Villena. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1879/81, 1895/99)

58. Don Eduardo López de La Romaña Alvisuri. Presidente de la República (1899/03)

59. Doctor Serapio Calderón Chirinos. Segundo Vicepresidente, Encargado del Mando (1904)

60. Doctor José Pardo y Barreda. Primer Gobierno. Presidente de la República (1904/08, 1915/19)

61. Don Augusto B. Leguía Salcedo. Primer Gobierno. Presidente de la República (1908/12, 1919/30)

62. Don Guillermo E. Billinghurst Angulo. Presidente de la República (1812/13)

63. General Oscar R. Benavides Larrea. Primer Gobierno. Presidente de la República (1914/15), (1933/39)

64. Doctor José Pardo y Barreda. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1915/19)

65. Don Augusto B. Leguía Salcedo. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1908/12, 1919/30)

66. General Manuel Ponce Brusset. Presidente de la Junta de Gobierno (1930)

67. General Luis M. Sánchez Cerro. Primer Gobierno. Presidente de la República (1930, 1931/33)

68. Doctor Ricardo Leoncio Elías Arias. Presidente de la Junta Provisional de Gobierno (1931)

69. Coronel Gustavo A. Jiménez. Presidente de la Junta Transitorio de Gobierno (1931)

70. Don David Samanez Ocampo Sobrino. Presidente de la Junta de Gobierno (1931)

71. General Luis M. Sánchez Cerro. Segundo Gobierno. Presidente de la República. (1930/1931/33)

72. General Oscar R. Benavides Larrea. Segundo Gobierno. Presidente de la República (1914/15, 1933/39)

73. Doctor Manuel Prado Ugarteche. Primer Gobierno. Presidente de la República (1939/45, 1956/62)

74. Doctor José Luis Bustamante y Rivero. Presidente de la República (1945/48)

75. General Manuel Odría Amoretti. Presidente de la Junta Militar y Presidente (1948/40) (1950/56)

76. General Zenón Noriega Agüero. Presidente Accidental de la Junta Militar (1950)

77. Doctor Manuel Prado Ugarteche. Segundo Gobierno. Presidente Constitucional de la República (1939/45) (1956/62)

78. General Ricardo Pérez Godoy. Presidente de la Junta Militar de Gobierno (1962/63)

79. General Nicolás Lindley. Presidente de la Junta Militar de Gobierno, (1963)

80. Arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Presidente Constitucional de la República. (1963/1968)

81. General Juan Velasco Alvarado. Presidente del Gobierno revolucionario (1968/1975)

82. General Francisco Morales Bermúdez Cerruti. Presidente de la Junta de Gobierno. (1975-1980)

83. Arquitecto Fernando Belaúnde Terry, (1980-1985) Segundo Gobierno. Presidente Constitucional de la República. Fue sepultado en el Parque de los Recuerdos, cementerio de Huachipa, el día jueves 6 de junio del año 2002.

84. Alan García Pérez. Presidente de la República. Primer Gobierno. (1985-1990). Un censurable gobierno con improvisación en los asuntos hacendarios, consecuente hiperinflación y empobrecimiento nacional. Las FF. AA. pierden equipamiento y comienza su obsolescencia.

85. Alberto Fujimori Fujimori. Presidente de la República. Primer Gobierno (1990-1995) Conflicto con el Ecuador y se cierra el límite entre los hitos de la Cordillera del Condor que habían permanecido sin acuerdo desde 1941.

86. Alberto Fujimori Fujimori. Segundo Gobierno. (1995-2000)

87.Valentín Paniagua Corazao (2001)

88. Alejandro Toledo Manrique. Presidente de la República. (2001-2006)

89. Alan García Pérez. Segundo gobierno (2006-2011). Periódo de juzgamiento penal del ex prersidnte Alberto Fujimori Fujimori, extradictado de Chile. 


90. Ollanta Humala Tasso. (2011) Asume el mando el jueves 28 de julio y jura el cargo con la constitución derogada de 1979, lo que provoca la reacción de la congresista Marta Chávez de la bancada fujimorista quien considera que al no haberlo hecho con la constitución vigente de 1992 resulta un mandatario de facto
. El nuevo gabinete lo preside el comerciante de origen israelí Salomón Lerner Gitis, presente en asuntos políticos y cargos públicos desde años atrás. Es conocido por su negocio de helicópteros, el apoyo económico a la causa electoral de Humala, además de su estrategia para la campaña que la presidió como jefe. Los demás secretarios de Estado o ministros proceden de canteras tecnológicas diversas donde han destacado. Ollanta Humala Tasso se caracteriza por su vocación política de centro-izquierda. Aquí el discurso que fue publicado por el diario El Comercio de Lima, en la fecha: 

Discurso del Presidente de la República Ollanta Humala Tasso ante el Congreso


Discurso del Presidente de la República del Perú, Ollanta Humala Tasso, ante el Congreso de la República, el 28 de julio del 2011, en el marco de su asunción a la Primera Magistratura del Estado.

Recibo con humildad y profundo fervor patriótico el cargo de Presidente de la República.

Declaro ante el Congreso, ante los presidentes amigos aquí reunidos y ante el pueblo peruano que, fiel al mandato de las urnas y en pleno respeto al Estado de Derecho, dedicaré toda mi energía a sentar las bases para que borremos definitivamente de nuestra historia el lacerante rostro de la exclusión y la pobreza construyendo un Perú para todos, atento siempre, en los más frágiles de nuestros hermanos. Exigiré el mismo compromiso y la misma energía a todo el equipo que me acompaña en el Ejecutivo.

La democracia peruana será plena cuando la justicia y la paz social, la soberanía nacional y la seguridad de nuestras familias constituyan el zócalo de nuestra nación, cuando la igualdad sea patrimonio de todos y la exclusión social desaparezca aún en los lugares más remotos del país. Queremos que la expresión misma de “exclusión social” se borre para siempre de nuestro lenguaje y de nuestra realidad. Asumiré este reto con mi palabra y con mi vida.

Hace casi un siglo, en 1914, Víctor Andrés Belaúnde, uno de los grandes intelectuales y políticos del siglo XX, al terminar un discurso en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, lanzó a los jóvenes una proclama que era, al mismo tiempo, un grito de batalla y una demanda: ¡QUEREMOS PATRIA!

Esta proclama años después fue recogida por José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre para convertirla en pensamiento y acción. Esa reivindicación de la patria y de la Nación ha sido, como ahora, el sueño encendido de generaciones y de pueblos.

Desde la fundación de la República, la patria constituye una aspiración al destino común, una esperanza, una promesa inacabada por la que el pueblo peruano ha estado siempre dispuesto a entregar su vida en la paz y en la guerra, para defenderla y para legarla a sus hijos con orgullo y con fe.

La patria es nuestra Historia común, es el espacio donde todos los peruanos y peruanas queremos vivir en paz y en democracia. Por ello todos nos sentimos orgullosos de nuestra bandera, símbolo de nuestras luchas y de nuestro amor a la paz.

Esta aspiración a una patria inclusiva es la que abre el camino al progreso social. Para hacerla posible nos presentamos ante el pueblo y por eso estamos aquí. Asumo este reto como un desafío y como una promesa que expreso hoy ante todos los peruanos, y especialmente ante mis hijos y ante todos los niños y niñas de este país, los que serán el Perú de mañana. Este es nuestro patrimonio más rico. Por ellos y para ellos voy a cumplir mi promesa de hacer de este país un lugar donde todos disfruten del mismo derecho a la plenitud y a la felicidad, a una vida digna y a una vejez protegida.

Peruanas y peruanos:

El cinco de junio una mayoría de ciudadanos expresó su deseo de que el crecimiento económico y la inclusión social marchen juntos para transformar nuestro país en una patria de oportunidades para todos.

El incremento desmedido de los conflictos, muchos de ellos absurdamente violentos, nos demuestran, día a día, que es urgente reparar las injusticias, corregir el rumbo y restablecer el diálogo en nuestra sociedad.

El Perú es un país plurilingüe y multicultural. Esta múltiple diversidad constituye sin duda nuestra mayor riqueza. Sin embargo, durante mucho tiempo ha existido un discurso y una práctica de la exclusión, del rechazo a la diferencia, un “tú no eres igual que yo” que cobijó la discriminación y la intolerancia. Esto resulta cuando menos extraño porque los comportamientos excluyentes provienen muchas veces de quienes elogian nuestra diversidad cultural.

Pero, precisamente esa diversidad cultural proviene de entender, que nuestra nación es un crisol de razas y tradiciones. Son ellas las que sustentan, por ejemplo, nuestra extraordinaria gastronomía, hoy admirada y reconocida en el mundo. Porque somos diferentes, pero iguales en el fondo, labramos nuestra existencia en el trabajo y en el esfuerzo cotidiano. Somos mezcla y creatividad. Somos imaginación y trabajo. Y esta diversidad, que queremos integradora y no marginadora, constituye el fundamento de nuestra riqueza.

Nuestro país trabajador, honrado y diverso, se encuentra fracturado y herido. Sufre el abandono de los políticos y de un Estado insensible, burocrático y centralista. Un Estado que le ha dado la espalda al interior del país, un Estado que sufre de “mal de altura o soroche” y que se niega a subir los andes y extenderse en nuestra amazonía. Un Estado acechado por la corrupción y el despilfarro, alejado de sus ciudadanos, incapaz de protegerlos de la violencia y la criminalidad.
Sueño con un Perú donde la vida no sea un riesgo, donde las ciudades sean espacios seguros donde el ciudadano se encuentre protegido. Para esto necesitamos más estado, más patria y que la corrupción sea sancionada.

La democracia expresó en las urnas un mandato y ese mandato debe ser honrado. Restablecer el valor de la palabra empeñada ante el pueblo constituye el eje de la recuperación de un sistema de valores éticos inherentes a la República.

Sin embargo, transformar el país no es tarea fácil. No solo porque el cambio es siempre una tarea de multitudes, sino porque también implica enfrentar y superar nuestros problemas, proponer una nueva manera de convivir. La realidad exige transformaciones para que la igualdad, la tolerancia, el reconocimiento de nuestra diversidad  y un desarrollo que nos incluya a todos sea, al mismo tiempo,  un acto civilizatorio y un compromiso colectivo. La realidad nos interpela diariamente y nos exige un nuevo contrato social que haga posible la convivencia armoniosa de todos los peruanos.

Evoco aquí nuevamente la figura de Haya de la Torre y su legado, plasmado singularmente en la Constitución de 1979, la ultima constitución de origen democrático, a la que muchos no la han respetado y por eso la olvidan, que constituye para mí una verdadera inspiración por su contenido nacional, democrático y de libertad.

El gran Nelson Mandela, en un célebre discurso pronunciado en el marco de la UNESCO, afirmó, con la convicción que lo caracterizaba, que la igualdad, la equidad económica y la justicia social eran la base de toda democracia. El dijo: “No hay democracia con miseria, no hay democracia con asimetrías sociales”. Y porque creo en la justicia de esta frase, yo he jurado respetar y defender la democracia. Fortalecerla en sus valores igualitarios para hacerla legítima ante el pueblo y así será.

Hoy ante ustedes ratifico este juramento. Quiero que vean en mí a un verdadero soldado de la República, a un celoso guardián del Estado de Derecho y a un defensor de los derechos humanos y de la libertad de prensa y de expresión.

El historiador Jorge Basadre afirmaba ya en 1931 que “el Perú debía terminar su proceso de formación histórica. Dentro de él, vinculado más que nunca al continente y a la humanidad, el país debe encontrar su realidad y su solución” Por eso, para buscar y encontrar una solución integradora para ese Perú, para nuestro  Perú “de compartimentos estancos” que describe Basadre, proponemos una Gran Transformación, el inicio de una nueva época, que no es otra cosa que una nueva convivencia entre todos los peruanos.

Nuestra administración será un gobierno para todos.

Las características de este gobierno pueden resumirse en los siguientes términos: reforma, democracia, libertades, inclusión, redistribución, crecimiento, paz con justicia, seguridad, descentralización, transparencia, soberanía y concertación.

Nuestra voluntad no es la de copiar modelos, queremos, como Basadre que el Perú deje de ser el espacio problemático que era y sigue siendo, queremos para ello construir un camino propio, un modelo peruano de crecimiento con estabilidad, democracia e inclusión social. Tomaremos como ejemplo lo bueno de otras experiencias, pero como decía el amauta José Carlos Mariátegui, no habrá calco ni copia sino creación heroica.

El mandato al que hicimos referencia exige responsabilidad en la conservación de los valores sociales, económicos y culturales de lo realizado hasta ahora y que son un patrimonio de todos.

Por esa razón, mantendremos y consolidaremos un crecimiento sano de la economía y sus estándares macroeconómicos; respetaremos las reglas fiscales para afrontar eventuales crisis externas o desastres naturales; la construcción de las obras de infraestructura, grandes y pequeñas; los programas sociales; la promoción del turismo y de la cultura peruana y honraremos los acuerdos comerciales con países y bloques amigos. 

Fomentaremos una economía nacional de mercado abierta al mundo que haga realidad nuestro compromiso de crecimiento con inclusión social y  democracia.

Esto implica que el Estado sirva como promotor no solo del crecimiento, sino también del progreso social. Priorizando educación, salud y nutrición infantil, mejorando las condiciones de trabajo, particularmente los CAS y Servicios No Personales. Invirtiendo en infraestructura, en escuelas, en postas médicas, en Cunas y mejorando el salario básico.

Un Estado que utilice sus recursos para ayudar a regularizar la informalidad, que ofrezca crédito ventajoso para los pequeños y medianos empresarios y que facilite el espíritu emprendedor de los peruanos que desea abrir su negocio y prosperar.

Quiero aprovechar aquí para transmitirles que el Salario Mínimo Vital de los trabajadores sujetos al régimen laboral de la actividad privada tendrá un aumento inmediato de 75 soles a partir de agosto y de 75 soles más en 2012, para alcanzar así los 750 soles. Pero estos aumentos deben propiciar un proceso continuo de revalorización del salario básico ligado a la productividad y al crecimiento económico, relacionado con una política global de reducción de la informalidad y de preservación y fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas.

Nuestro desafío es realizar esta gran transformación de manera gradual y persistente para que no se acompañe de presiones desestabilizadoras de nuestros equilibrios presupuestarios y macroeconómicos.

Nuestro ideal de cambio no se concibe sin concertación, sin diálogo político y sin el protagonismo de la gente. Con ese propósito, instalaremos un Consejo Económico y Social, en base al actual Acuerdo Nacional cuyas políticas hemos suscrito. Este Consejo será dirigido desde la Presidencia de la República con el acompañamiento del Presidente del Consejo de Ministros, y estará integrado por empresarios, trabajadores y representantes de la sociedad civil. Se abocará a elaborar estudios para la implementación de políticas públicas del gobierno y tendrá un carácter consultivo.

Hacer de la inclusión social una prioridad exige que el conjunto de los programas sociales sean agrupados y articulados en un Ministerio de Desarrollo y de Inclusión Social, para que el desarrollo pueda llegar efectivamente  a los que más lo necesitan.

El programa JUNTOS será extendido progresivamente hasta alcanzar los 800 distritos más pobres del país.

Los adultos mayores en situación de pobreza y que no reciben ningún beneficio del Estado deben recibir la solidaridad de la nación. Hogares donde a la edad avanzada se conjuga el sufrimiento de la pobreza, exigen una acción social impostergable. A esos hogares haremos llegar los 250 soles del programa PENSIÓN 65. Su implementación será inmediata y alcanzaremos los 800 distritos más pobres del país progresivamente.

El programa Cuna Más para los niños de 0 a 3 años también se aplicará gradualmente y en los 800 distritos de pobreza extrema del Perú, hoy en la base del programa Juntos. El combate a la desnutrición infantil será una prioridad, apoyado en la implementación de un programa de nutrición infantil que comprenderá desayunos y almuerzos en las escuelas.

Haremos los esfuerzos que sean necesarios para que se alcance en todo el sistema educativo la jornada de 8 horas de estudio e incentivar la cultura del deporte y la recreación, potenciando las competencias inter escolares en el campo de la cultura y las disciplinas deportivas, como respuesta al alarmante dato que más de un tercio de alumnos en las grandes ciudades del Perú corren riesgo de obesidad.

Iniciaremos el programa ‘Beca 18’, que integrará los programas existentes y que permitirá que los jóvenes de bajos recursos económicos y con alto rendimiento escolar puedan continuar sus estudios de nivel superior en instituciones públicas y/o privadas, en programas universitarios o de técnicos superiores.

Reforzaremos el sistema de acreditación universitaria. Los títulos a nombre de la nación que en algunos casos prácticamente se regalan, tendrán un riguroso procedimiento nacional en salvaguarda de la calidad educativa.

En el ámbito de Salud, fortaleceremos el sistema de salud e instalaremos el Sistema de Atención Móvil de Urgencia (SAMU) con una experiencia piloto en Lima y tres capitales de departamento y la creación de un Programa de Facilitación de Acceso a Genéricos de Calidad.

Reforzaremos la atención primaria en salud en los distritos más pobres del Perú.

En los próximos 5 años construiremos hospitales en cada una de las 50 capitales de provincia donde aún faltan. Haremos así realidad nuestro compromiso de tener por lo menos un hospital en cada provincia del Perú.

Los campesinos del Perú y, en general los pobres del campo, serán objeto de prioridad. AGROBANCO captará recursos para el otorgamiento de créditos a la agricultura familiar, y estableceremos módulos de desarrollo agrario accesibles a las distintas formas de asociaciones agrarias y de productores.

El Perú establecerá una nueva relación entre el Estado y el mercado, distinta de las fracasadas recetas extremas del Estado intervencionista o del Estado mínimo y excluyente. En esa nueva relación, el Estado será un promotor de la inversión y del desarrollo, garante del ejercicio de los derechos y libertades, impulsor de las oportunidades para todos.

Buena parte de los conflictos del planeta se deben a la carencia de agua. No es posible que el Perú que queremos construir no desarrolle una política de aprovechamiento soberano de los recursos naturales, una política que garantice la explotación racional y equilibrada del agua, la tierra, los bosques, la biodiversidad, el gas y los minerales. Esos recursos de todos los peruanos contribuirán a la eliminación de la pobreza y la desigualdad. Se alentará la actividad privada sobre los recursos naturales, pero estos serán explotados en condiciones de respeto a las poblaciones, a los trabajadores y al medio ambiente.

Asimismo, avanzaremos profundamente en la política de ordenamiento territorial que nos permita establecer de manera participativa el uso racional de nuestro territorio.

Las ganancias extraordinarias de las empresas mineras deben contribuir al esfuerzo nacional en pro del combate contra la pobreza. Los contratos serán respetados y la negociación permitirá, no lo dudo, y repito no lo dudo,  que esta significativa contribución beneficie a todo el país. Mi determinación es muy clara, tengo la voluntad y la convicción para alcanzar este objetivo. En ello va mi palabra y mi compromiso con el pueblo peruano.

El gas del Lote 88 de Camisea, será orientado prioritariamente hacia el consumo interno.

Ejecutaremos una política de masificación del consumo del gas natural para llevarlo a los hogares. En 5 años la ciudad de Lima podría contar con aproximadamente 400.000 conexiones.

Con la garantía de cumplir con la legislación vigente que establece la obligatoriedad del abastecimiento del mercado interno, implementaremos acciones para que se reduzca significativamente el precio del balón de GLP, lo que repercutirá favorablemente en la economía de la mayoría de la población peruana, sin introducir distorsiones en el mercado, ni fomentar el contrabando. Asimismo, masificaremos el uso del GNV como combustible barato y accesible a todos.

Insistiremos en la diversificación de la matriz energética a favor del gas y las energías renovables e impulsaremos el desarrollo de la industria petroquímica. En esa medida fortaleceremos la regulación y el acceso competitivo a las fuentes de energía para el transporte, evitando los sobreprecios.

Promoveremos la construcción de hidroeléctricas, fortaleciendo Electroperú y a las empresas eléctricas estatales regionales, y promoviendo las privadas, en un adecuado balance que otorgue prioridad a la demanda nacional. El Estado evaluará la participación de Electroperú en los nuevos acuerdos de inversión.

Reconstruiremos una verdadera Marina Mercante del Perú para ejecutar lo que dispone la Ley de Reactivación y Promoción de la Marina Mercante Nacional. Fortaleceremos el SIMA y ENAPU como empresas eficientes y buscaremos que la construcción de más aeropuertos se oriente también hacia el fomento el turismo.

Tomaremos las medidas necesarias para que el Perú tenga su línea aérea de bandera y que el mercado aéreo comercial sea más abierto y de mayor competencia, sobre todo para abaratar y ampliar la comunicación al interior del país.

En el campo de la infraestructura, se proseguirá con la ejecución de obras viales como los proyectos IIRSA Interoceánica del Sur, Interoceánica del Norte, los programas Costa-Sierra y apoyaremos la elaboración y construcción de proyectos ferroviarios.

El gobierno nacional será el principal aliado de los gobiernos regionales y locales. Una de nuestras primeras medidas será la instalación de un mecanismo de relación fluida del gobierno con los presidentes regionales, incluyendo el reconocimiento de la Asamblea de Gobiernos Regionales.

Para la ejecución de las políticas públicas nacionales, el gobierno realizará reuniones descentralizadas buscando el diálogo con las autoridades regionales, alcaldes y representantes de la sociedad. Los compromisos de mutua obligación serán objeto de seguimiento desde el gobierno.

Consolidaremos el proceso del presupuesto participativo. Fomentaremos la vigencia de los Consejos de Concertación Local y Regional ahora debilitados y en algunos casos hostigados, como expresión de un enfoque de gestión compartida.

En el caso concreto de Lima, que ha crecido de forma desordenada y caótica, daremos continuidad a la inversión en transporte público en la ciudad.

Anuncio que, en el plazo de dos meses, se iniciará una nueva etapa en la reconstrucción de los pueblos del sur afectados por el terremoto del año 2007, lo que se realizará con el concurso de los batallones de ingeniería de las FFAA.

El gobierno hace eco de la alerta mundial sobre cambio climático y se compromete a fortalecer la regulación y dedicarse con seriedad a las labores de preservación de nuestra biodiversidad, del recurso hídrico y de los glaciares. Será una prioridad para nosotros la prevención de desastres.

El gobierno siente que uno de los graves problemas que provoca temor y frustración en las personas es el de la inseguridad. Se arrastran en ello 30 años de fracasos y muy pocos éxitos y los que sufren las consecuencias de la violencia del crimen organizado, el narcotráfico y el pandillaje son los más pobres. Queremos cambiar esa historia de ausencia de liderazgo político y la carencia de una política de estado eficaz en esta materia.

Es necesario desterrar la idea de que la inseguridad es un problema exclusivo de la policía. Por eso anuncio que así como el Presidente de la República preside el Consejo de Defensa Nacional, presidiré también un Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Política de lucha contra la Criminalidad para darle un carácter multisectorial.

Realizando un esfuerzo financiero del Estado, iniciaremos un proceso gradual de eliminación del sistema 1 x 1 en el servicio policial. Incrementaremos los salarios de la policía en el marco de un sistema más amplio que incluya la reforma de remuneraciones de la PNP. Activaremos un Servicio Policial Voluntario, equiparemos y conectaremos a las comisarías a la red digital, estableceremos penales fuera de Lima y de las principales zonas urbanas del país implementaremos el trabajo físico para condenados por graves delitos. Disuadiremos con penas más altas el uso de armas de fuego en la comisión de delitos de cualquier índole. En mi gobierno no habrá perdón para violadores, ni para ningún delito cometido contra un niño o una niña. Combatiremos el feminicidio y propondremos una revisión de la legislación vigente.

Ejecutaremos una política contra las drogas que consolide el modelo peruano de desarrollo alternativo integral y sostenible para convertir a los productores, hoy ilegales, en agentes de una economía legal. No seremos indiferentes frente al incremento alarmante de drogas entre los adolescentes y jóvenes. Respetaremos el debate que en torno a este tema se ha abierto en estos años, dentro y fuera del país, pero nosotros no legalizaremos ninguna droga ni tampoco los cultivos ilícitos y por el contrario los vamos a combatir.

Nuestra política antidroga será soberana y reclamará que se haga realidad la responsabilidad compartida con los países consumidores. Seremos inflexibles en el control de los insumos químicos y el combate a las bandas de narcotraficantes.

Reduciremos la superficie ilegal de sembríos de coca, no permitiremos la extensión de cultivos ilegales, menos aún en parques nacionales y zonas ecológicas. Al mismo tiempo, el Perú podrá tomar la iniciativa de una Cumbre Presidencial Regional Antidrogas con la participación de los países productores y consumidores, a cuyos presidentes he percibido muy preocupados con este tema.

La corrupción es para nosotros un elemento que debilita al Estado y afecta su desarrollo. Es, por lo tanto, un problema de seguridad. En tal sentido, defiendo la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción en agravio del Estado y la  inhabilitación a perpetuidad contra sus autores o cómplices para el ejercicio futuro de cualquier función pública; propongo la supresión de las penas condicionales en las condenas por corrupción para que la prisión se cumpla de manera efectiva; y  defiendo la eliminación de los beneficios penitenciarios en los casos de corrupción.

Debemos poner fin a las secuelas de la violencia terrorista que vivimos y cumplir con las reparaciones individuales y colectivas. Es necesario que las víctimas y deudos rehagan sus vidas personales y familiares, que miren con otros ojos su futuro porque viven en una patria que los incluye y que los reconoce como peruanos.

En cuanto a la Defensa nacional, en primer lugar  queremos recuperar la moral de nuestras Fuerzas Armadas y equiparlas de forma adecuada. Se reformará el sistema remunerativo de las FFAA buscando cerrar la brecha salarial que existe entre los distintos grados. Esto se hará salvaguardando la obligación que tiene el Estado de honrar el pago de pensiones, que es un derecho fundamental consagrado.

Mantendremos la pensión renovable y realizaremos ajustes salariales graduales. Nuestra primera inversión militar será en el soldado. Fortaleceremos el Servicio Militar con incentivos, mejorando el pago a los conscriptos e instalando un Instituto Tecnológico de las FFAA para la enseñanza de especialidades a quienes egresan del Servicio Militar.

Ratifico mi compromiso de desarrollar una política exterior multilateral de cara a nuestra región que tanto ha cambiado en la última década. La integración en el marco de UNASUR y la Comunidad Andina de Naciones será la línea principal de acción.

La solución pacífica de los litigios internacionales es la filosofía que me inspira y particularmente en relación a nuestros diferendos con Chile. Seguros de los fundamentos de nuestra causa que defiendo ardientemente, afirmo que acataremos el fallo del tribunal de La Haya en nuestro reclamo sobre la frontera marítima y estoy convencido que Chile hará lo mismo.

Vivimos en un mundo que cambia día a día y donde emergen nuevos poderes regionales. Las condiciones están dadas para llevar adelante una fructífera integración en la región. No deseamos una economía autárquica, que se mire a sí misma, aislada del proceso de globalización. Queremos, más bien, una economía integrada. Integrada, en primer lugar, con la región y, en especial, con nuestros vecinos andinos y sudamericanos.

Nuestra región es inmensa y rica en recursos pero también en historia y en culturas comunes. Yo les quiero recordar que nuestra independencia fue un proceso regional, donde todos nos hermanamos para lograr nuestra libertad y soberanía. La heroica gesta de nuestros próceres como el general don José de San Martín y el libertador Simón Bolívar, siempre conscientes de la urgencia de la unión de los pueblos de América, fueron los precursores del impulso integrador del presente.”Seguramente, escribía Bolívar, la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración”. Este es aún objetivo pendiente para todos los pueblos de América. 

El gobierno se propone reconocer y reivindicar a los 3 millones de peruanos migrantes. Para empezar, mejoraremos la defensa consular de los peruanos en el exterior y rebajaremos el costo de las remesas mediante convenios que realizará el Banco de la Nación. Deseamos que quien desea regresar lo haga y para ello fomentaremos que sea sujeto de crédito.

Los detalles de estas políticas aquí señaladas serán presentados  por la presidencia de Consejo de Ministros, como corresponde, ante el parlamento.

De la tradición militar que no olvido y llevaré en el corazón hasta la muerte conservo orgulloso la tenacidad, la austeridad y el amor por el Perú y sus intereses. En esa tradición, a diferencia de lo que piensan algunos, se sabe mandar pero también obedecer, hay jerarquía pero también fraternidad, hay disciplina pero también intercambio de opiniones.

Esa tradición se funde con el espíritu generoso del Perú, lejano al odio. No vengo en son de guerra sino en son de paz, sin venganza y sin rencor. Yo, que he sido acusado casi de todo, he aprendido a perdonar hace muchos años, antes incluso de hacer política.

Por eso, a los que aún persisten en el encono les pido que bajen sus espadas y sus lanzas.

A los que demandan salarios y derechos les digo que no bajen sus banderas pero que sepan que todo cambio, para ser sostenible, debe ser gradual y racional.

A mis partidarios les pido consecuencia, lealtad, sacrificio, inteligencia y honradez.

A la oposición la llamo a la responsabilidad. Le pido vigilancia y que, desde su posición, respete también el mandato de las urnas, su mandato y el nuestro.

Al terminar reitero que solo soy un soldado de la democracia.

Hay patria para todos
Viva el Perú!


Créditos y notas

1. Enrique Chirinos Soto. Historia de la República.

2. Tomadas de las Memorias del Mariscal Echenique

3. Domingo Tamaríz Lúcar, Historia del Poder

4. Se refiere el autor de esta biografía, con toda seguridad, a los azotes en público, norma vigente penal que subsistió en la legislación de Chile muy entrado el siglo XIX... Para mayor información respecto de las cuotas o cupos, revisar “La Actualidad” diario que sustituyó a “El Peruano” durante la ocupación.

5. Angol, ciudad de Chile, capital de la provincia de Malleco, que pertenece a la región de La Araucanía, en la zona sur del país. Se encuentra emplazada en la cordillera de la Costa y posee un clima templado lluvioso. Fue fundada en 1553 por Pedro de Valdivia, primer gobernador español y conquistador del territorio. Originalmente fue destinada a servir como fuerte militar ante los permanentes ataques de los indígenas mapuches. Fue destruida en varias ocasiones, consolidándose a partir de 1880 cuando se llevó a cabo el proceso de pacificación de La Araucanía y toda la zona se incorporó plenamente al estado chileno. Actualmente vive de los servicios administrativos y comerciales que presta a los campesinos de la zona, donde coexisten indígenas y población mestiza. Población (1998), 52.411 habitantes.

6. Francisco García Calderón Memorias del cautiverio, Librería Internacional del Perú S.A., 1949, Lima., 25 de agosto de 1949 en los talleres de la Imprenta Torres Aguirre, S.A. Lima – Perú.



Ingº. Jaime Sandoval Espinoza
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Apuntes estadísticos de los Presidentes del Peru.
(Hojas de notas que forman parte de un trabajo de investigación por culminar)

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